Lo hemos visto una y otra vez. Un político es imputado por un delito de presunta corrupción y todo son llamamientos desde las filas afines para que la Justicia actúe con rapidez. Luego comienza la instrucción y la cosa cambia. Unos, los que pueden, se parapetan tras un aforamiento. Otros adoptan una estrategia de defensa encaminada a ralentizar la investigación porque, en el peor de los casos, las dilaciones indebidas atribuibles a la colapsada administración de justicia rebajarán la eventual condena. Ayer, después de ¡13 años!, se dio por terminada la instrucción del caso ‘Las Brisas’ en uno de los juzgados más saturados de España, donde el cambio de jueces fue una constante en esta última década. Por todos los retrasos judiciales, el fiscal solo pedirá una pena de año y medio para el exalcalde imputado. Otros dos acusados han fallecido. Aún queda fijar la fecha del juicio, que a saber. En suma, toda una vergüenza de principio a fin.