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Andrea Tovar

Querido millennial

Mmm… mándame foto. Los Diez Mandamientos del sexting

Vía Tumblr (fuente @mauritswiesen)

Vía Tumblr (fuente @mauritswiesen)

¿Sex… qué?

Sexting.

Lo mismo lo has practicado y aún no lo sabes. El término se acuñó en 2004, en un artículo llamado Text Gratification del Globe & Mail: Sext messaging, referido a la práctica de mantener conversaciones subidas de tono, y al envío de imágenes o vídeos, a través de un dispositivo electrónico.

Esto de desarrollar los preliminares por escrito, en versión gráfica y a distancia no es un invento del siglo XXI, claro está. Como dice Juan en su Evangelio (1:1), en el principio ya existía la palabra. Piénsese en las cartas de amor y lujuria, como las que le gustaba enviar a James Joyce, dirigidas a Nora, su mujer:

‘Nora, my love for you allows me to pray to the spirit of eternal beauty and tenderness mirrored in your eyes or to fling you down under me on that soft belly of yours and fuck you up behind like a hog riding a sow’. / ‘Nora, mi amor por ti me permite rezar al espíritu de la belleza eterna y la dulzura que se refleja en tus ojos, o colocarte debajo de mí sobre tu suave vientre y follarte como un puerco que monta a una cerda’ (Addicted to Sexting, Netflix).

En 1948 se inventó la Polaroid, y eso le dio al asunto una vuelta de tuerca, porque antes alguien tenía que revelar las fotografías, normalmente en un estudio, lo que significaba que unos cuantos desconocidos te veían en bolingas antes que tu amado/a.

Nosotros hemos hecho con este concepto como se hace con todo en la actualidad: nos hemos apropiado de él, le hemos dado un nombre anglosajón y lo hemos tecnificado. Así, el sexting es lo de siempre, pero sofisticado y más problemático. Se sirve de chats de redes sociales y diversas aplicaciones. En particular, Snapchat permite enviar una foto y que el receptor la vea durante un tiempo limitado, y luego se borra para siempre -a no ser que hagas captura de pantalla, en cuyo caso lo más seguro es que no vuelvan a hacer sexting contigo, así que tú probablemente pierdes-. Este tipo de conversaciones e imágenes resulta muy estimulante para los que lo practican, aunque puede hinchar tanto las expectativas que el sexo real resulte decepcionante.

Lo que llama la atención es que hay unas reglas muy específicas para los usuarios, fieles practicantes del sexting. No están recogidas en ninguna parte, pero son principios no escritos de sabiduría común, y quizá te resulte útil echarles un vistazo, si te estás planteando expandir tus prácticas sexuales. Aquí van los Diez Mandamientos del Sexting:

 

1.(La más importante) No enseñarás tu cara en el contenido multimedia que envíes. Jamás. Bueno, a no ser que lo envíes a tu esposo/a de quince años, y aun así, no es conveniente –alguien podría verlo en su teléfono, o le podrían hackear los terminales… estamos en la era del crimen cibernético, no lo olvidemos-.

2. No mostrarás ningún signo físico reconocible –el león de tres cabezas que llevas tatuado, la cicatriz en forma de rayo que te hicieron en la Guerra de Vietnam…-.

3. No tomarás las imágenes en un lugar reconocible, como por ejemplo tu habitación decorada con cojines de Hello Kitty y pósters de UPA Dance. Deberá ser aséptico, neutro.

4. Dispondrás de una pequeña pero efectiva galería, para poder practicar sexting en cualquier lugar, ya que la excitación aumenta en los lugares menos adecuados, como la oficina, el supermercado, la cola para hacer gestiones en el Ayuntamiento. Y así podrás controlar cómo quedas en las fotos/los vídeos con suficiente tiempo, eligiendo lo que más te guste. Cuidado con los de alrededor, que la práctica de curiosear por encima del hombro teléfono ajeno está muy en boga.

5. Si te mandan, mandarás. En esto, reciprocidad absoluta, ¿eh? No vale rajarse cuando ya está enviada la primera foto, porque esta contraprestación crea una especie de contrato sinalagmático que puede resolverse -llegado el caso y siempre que el otro lo haya hecho- difundiendo también su contenido.

6. Calcularás bien el grado de excitación, particularmente en el aspecto escrito del sexting, no vaya a ser que te pongas a decir burradas a diestro y siniestro mientras tu partner está pensando si cenar brócoli o coliflor. Hay que hacer narrativa erótica sutil y efectiva. A practicar, literato.

7. Evitarás las dick pics masivas. Si eres un chico, lleva cuidado con las dick pics –fotos de penes-. Sobre este tema se ha hablado y escrito mucho, podría hacerse un compendio doctrinal al respecto, pero básicamente debes evitar la flacidez y no enviar este tipo de archivos indiscriminadamente.

8. Tu grado de timidez al respecto dependerá proporcionalmente de lo pequeño que sea tu pueblo o tu ciudad. En lugares pequeños y círculos cerrados es mucho más peligroso, ya se sabe. Si sale a la luz, es un suicidio social. Que vaya estupidez, digo yo, pero esto es opinión mía.

9. No te fiarás de la gente que no conozcas, a priori. Esta regla depende de la persona, pero se recomienda no confiar en extraños, vaya. Por si son unos degenerados y cosas así.

10. Llevarás todavía más cuidado si eres chica. No quiero entrar en este tema porque con estas cosas me lío y si me centro aquí hago un artículo distinto, así que solo diré que en el colectivo gay masculino no hay tantos prejuicios, y las dick pics son habituales y nada llamativas. Y una foto o vídeo con este contenido puede arruinar la vida de una chica. Dejémoslo ahí y ya recuperaremos este asunto en el futuro.

 

Todos estos mandamientos pueden resumirse en dos: «Piensa bien si lo haces / Y en caso de que lo hagas, conviértete en un ser neutro para que nadie pueda cargarse tu reputación». Aquí, lo de amarás al prójimo como a ti mismo… como que no pega.

Es que en el mundo del sexo pasa lo mismo: en el calentón del momento a todo el mundo le parece bien cualquier cosa, y Dios lo sabe, hay cada filia bizarra por ahí suelta… Luego, sin embargo, apagada la llama, ese sentimiento de quemazón se convierte en vergüenza y repulsa. ¿Por qué? ¿Es la huella de la religión en nuestra psique? ¿O es una consecuencia muy natural, debido a la intimidad y la privacidad que el sexo debería traer consigo cuando se practicara?

Si uno se pone a pensarlo, la única diferencia entre mantener relaciones carnales y practicar sexting es que, en el segundo caso, existen pruebas. Es decir, en el primer caso, si alguien quiere ir a por ti, puede hacerlo, inventando o revelando información íntima. Depende de lo rastrera que sea la persona, podrá llegarse a un grado u otro de confidencialidad y de público, pero que levante la mano quién no ha comentado y oído rumores de este tipo sobre alguien. Cuando se inventaron las webcams, una chica que conocía tuvo que cambiarse de colegio por hacer un mal uso de la misma –no respetó la regla número 1 ni la número 2-. En el caso del sexting, no hace falta siquiera la retórica, el contenido es explícito, habla por sí mismo. Como dato, The National Campaign calcula que un 17% de los usuarios comparten este tipo de contenido con sus contactos, y un 55% de ellos, con más de una persona. Y ante la visión de un pene, unas tetas o una vagina, nos ruborizamos, nos llevamos las manos a la cabeza, nos alarmamos, despotricamos. Crucificamos.

Vía Tumblr (fuente @b-lissfolly)

Vía Tumblr (fuente @b-lissfolly)

Si existen apps como Snapchat para evitar –en principio- que el contenido multimedia se almacene en el teléfono precisamente por este motivo, cómo no van a existir webs que colmen ese otro propósito menos noble: el de hacerlo público. En algunas páginas, como Is Anyone Up, los ex cabreados subían las imágenes de sus parejas y los asociaban a todas sus redes sociales, incluido LinkedIn –la red social de trabajo, donde se cuelga el currículum y se hacen contactos en el área laboral-. Con nombres y apellidos. Y con una descripción de la foto/sujeto muy libre. El ex podía vengarse y quedarse a gusto, vamos -siempre que alguien pueda quedarse a gusto después de hacer una cosa así-. Y el afectado, para retirar las imágenes, debía pagar 350$ en la web changemyreputation.com –literalmente, ‘cambiar mi reputación’-. ¿Quién tiene que cambiarte a ti la reputación, alma de cántaro? ¿Es que acaso nadie ha practicado sexting? ¿Es que acaso no han practicado sexo? ¿O quizá no tienen genitales, directamente?

Según esta encuesta del año 2010, cada segundo hay casi 30.000 usuarios viendo páginas eróticas, y se mandan 2.5 billones de e-mails diarios con contenido erótico:

(2010) Fuente:http://www.ticbeat.com/tecnologias/estadisticas-completas-pornografia-online/

(2010) Fuente:http://www.ticbeat.com/tecnologias/estadisticas-completas-pornografia-online/

Un poco más de empatía con este submundo, porque se parece a la economía en B. Todos la practican cada vez que pueden, les gusta hacerlo, y nadie lo admite. Y fingen un infarto de miocardio siempre que tienen noticia de que alguien conocido lo hace. Liberemos a la sociedad de este lastre, del miedo. No convirtamos algo bonito en algo feo: el erotismo en vergüenza o venganza. Por Dios… seamos menos mojigatos.

Mientras la sociedad cambia -y por si acaso no lo hace-, mejor que respetes los Diez Mandamientos. A mandar fotos, vídeos, a ejercitar la prosa… Y alegría y cosquillitas para todos. Mmm.

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Sobre el autor

Los millennials entramos en la treintena. www.andreatovar.org


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