Otra vez le han recortado el sueldo y por si fuera poco tiene que aumentar su horario de trabajo que le supondrá trabajar un fin de semana sí y otro no. Su profesión le ha obligado a recorrer la geografía española en cada traslado. Siente rabia por el deterioro del sistema educativo y sanitario que le afecta a él y a su familia. Por su trabajo él ha sido testigo del despilfarro, prebendas y prepotencia de los gobernantes y ahora de sus ajustes de cuenta y traiciones que rozan lo grotesco. Su carrera y promoción se ha visto truncada por la tiranía del político de turno que en complicidad con los sindicatos (ambos trabajan a cambio de privilegios) han diseñado una jerarquía servil y en ocasiones inepta y corrupta. Se confiesa desilusionado por un trabajo en el que hagas lo que hagas, incluso tus superiores te crucifican, convirtiéndote en cabeza de turco si han de sacar de ello algún provecho. No soporta ver como los políticos utilizan la imagen del colectivo para ganar votos, con campañas e iniciativas infantiles que demuestran que la ciudadanía se complace inmersa en la tutela de las Instituciones y se entretiene sucumbiendo a la manipulación de los medios de comunicación. El sabe cuantas veces los representantes del pueblo mienten o lo que es peor, no dicen toda la verdad. Por dignidad y por la pasión que siente por su profesión le horroriza pensar que pueda estar todavía en la calle trabajando con 67 años, mas teniendo en cuenta la futura escasez de recursos humanos y de medios materiales. Mientras se pone el uniforme, anticipa los insultos, gestos obscenos, comentarios hirientes y lanzamiento de objetos de unos ciudadanos intransigentes que han decidido que ellos son las víctimas y la policía, el enemigo. Algunos indignados dispuestos a arriesgar sus vidas para conseguir unos minutos de fama.
En lugar de dedicarse a debatir sobre quien maltrata a quién, por que no exigir respeto por el duro trabajo policial, respeto por aquellos que se han de poner frente a miles de manifestantes para garantizar que todos y no sólo un grupo de exaltados, puedan ejercer el derecho a manifestarse que la Constitución reconoce si se ejerce de forma pacífica.
La sociedad civil ha de promover nuevas formas de participación en las decisiones de gobierno, de protesta y de control de la gestión pública y de todos esos millones de euros que se van a repartir de nuevos entre los mismos sospechosos de derrochar y mangonear. La corrupción y el engaño son posiblemente los verdaderos responsables de la situación económica mundial sin embargo todos apuestan por los recortes pero nadie habla de control. La corrupción es un virus que hay que prevenir ya que actuar a posteriorí resulta caro para el bolsillo del contribuyente e ineficaz y no evita injusticias y sobre todo frustraciones.