Hacer compatible la necesidad de celebración de manifestaciones, eventos deportivos o desfiles festivos con los intereses de esos otros ciudadanos que necesitan desplazarse, sin que dicho derecho les sea conculcado por el cierre de calles, es el objetivo de todo dispositivo policial de corte y desvío de tráfico.
Ello supone un trabajo de semanas en las que se ha de prever cualquier contratiempo, incluido la celebración de otros eventos dentro del mismo espacio físico y la coordinación de numerosos colectivos implicados.
Esta situación se complica además, cuando se persona en línea de salida, como ocurrió en el maratón de hace dos semanas, el concejal de deportes del Ayuntamiento de Murcia. Lejos de intentar mediar entre organizadores y policía local, como aseguraba al día siguiente un periodista, para no demorar más la salida de la carrera, este contribuyó, con su actitud, a alterar los ánimos de los participantes y a poner en peligro la integridad física de los motoristas de la policía local allí presentes. Banderas rojas y verde estaban esperando la orden de salida mientras sus compañeros se encontraban intentando asegurar el recorrido. De nada había servido requerir a primera hora a la organización para que cumpliera con lo acordado, dejando sin efecto las reuniones previas al evento y las instrucciones precisas que siempre se le suele facilitar con antelación al responsable de la prueba. Debían de encintar los más de veinte kilómetros de recorrido:
– invisible para los conductores, cuyas quejas no dejaban de llegar a la sala del 092.
– equivocado para los corredores, al desembocar en calles erróneas que se tuvieron que rectificar.
– y con espacio suficiente entre valla y valla para que fueran colándose los vehículos, que invadían el recorrido.
Es cierto que, como profesionales, sabemos que los organizadores de cualquier evento sólo valoran lo que ellos han de gestionar y que cada vez son más las carreras que se organizan, en muchos casos con un ánimo de lucro que, como policía, no me corresponde valorar.
Pero lo que se cuestiona aquí es que un concejal, que además conoce el trabajo desarrollado por esta, su policía, consienta los insultos de tipo “hijos de puta sólo estáis aquí para joder” y que apoye a los organizadores llamando a la sala del 092 para exigir que se inicie la prueba, a pesar de ser informado de las deficiencias. Tampoco es de recibo que, ante las explicaciones de uno de los policías, el Concejal, al no conseguir coaccionarla, aludiera a La Sargento responsable del dispositivo con una frase que prefiero no reproducir y que desde luego es indigna de un representante del pueblo que ha de fomentar la igualdad de género.
Llevo dos semanas esperando una reacción a la situación descrita. Dos semanas de oídos sordos en los que me he limitado a exigir una disculpa. Somos una policía al servicio: del Ayuntamiento de Murcia, de ese concejal de deporte, de esos corredores que participan con ilusión en las carreras y de todos aquellos con los que la policía ha de bregar en cada cruce y en cada salida de calle cortada para que el ciudadano entienda que los eventos y las actividades son importantes para dar vida a una ciudad como la nuestra.
Nuestra profesionalidad, que la prensa ha tachado de “celo profesional” y los organizadores de “ganas de joder” ha de ser siempre la garantía de que no se vuelva a producir, salvando las distancias, un nuevo caso Madrid Arenas.