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Sargento Emilia

El crimen desorganizado

Ahora que estoy destinada en las dependencias policiales de Espinardo  me voy a especializar en crimen desorganizado. Seguro que no han oído hablar de él pero les garantizo que  su efecto sobre la población es tremendamente dañino. Sus integrantes son carne de presidio.  Mientras traen niños al mundo, viven de mal en peor para terminar, con los años, demenciados o enfermos y tirados en las calles, cuando se les pasa la bravura.
Cuando intervienes con ellos, culpan al mundo de sus desgracias y empiezan a vociferar enseñándote hasta la campanilla y a escupir lapos sustanciosos, de largo alcance.
Sus amenazas a la policía, aquí existe igualdad de sexo, tienen una fuerte connotación sexual. Las refuerzan a dentelladas y echándose mano al paquete o bajándose los pantalones para enseñarte su flacidez delantera o su trasero peludo, lleno de pupas. El  ano es el elegido por estas bandas desorganizadas cuando te sugieren que te metas la porra por donde te quepa.
También les encanta la palabra maricón, cuando quieren ofenderte. La pronuncian además con rabia, con odio y convencidos de su poder de destrucción masiva. Él: “ya te pillare cuando vayas de paisano” es su leitmotiv preferido, con el que pretenden acojonarte, mientras te van maldiciendo y describiendo a tus propios hijos, metidos en cajas de pino y enterrados bajo varios metros de tierra.
“-¿Qué quieren que haga si no tengo dinero? Me vais a obligar a robar móviles o a entrar en la casa de un viejo y pegarle un porrazo para quitarle las perras.”
“- ¿Y ahora que pasa que tengo que ir a chuparla por ahí? ¿Eso es lo que queréis, que me dedique a mamársela a los viejos para que me paguen?”
Todos estos egocéntricos integrantes del crimen desorganizado optan por el robo o la prostitución como medio de vida, pero a ninguno se le ocurre pronunciar la palabra trabajo: al parecer es tabú. En su currículum no aparece asignación de sueldo alguna, solo acumulan  concesiones de ayudas sociales y subvenciones. No pagan luz, ni agua pero no les falta dinero para gadgets tecnológicos, tatuajes, piercing y para ellas uñas de silicona, trenzas africanas y pestañas postizas.
Pero oiga: en su pobreza extrema mandan ellos.

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Sobre el autor

Sigo con mi "Versión Policial" en un intento por destripar una realidad urbana que el ciudadano en ocasiones apenas intuye. Con "Ficción Literaria" les hago partícipes de mis devaneos con la escritura. Más en mis blogs: Sexo Exprés y Stop Bullying


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