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Sargento Emilia

Un ejemplo de hijaputez

Montada en el coche patrulla, estacionado frente a la dependencia de policía local de Espinardo, me disponía a arrancar el coche después de terminar mi jornada laboral. Al mismo tiempo, una mujer salió corriendo de una de las calles perpendiculares, que conforman el enrejado callejero del barrio del Espíritu Santo. Corría con pasitos muy cortos, bañada en lágrimas e intentando recomponer su camiseta, que alguien había desgarrado. Al darse cuenta de mi presencia, en el interior del vehículo, se agarró a la ventanilla pidiendo ayuda con desesperación: su marido le acababa de agredir. Se había vuelto loco, una vez más, bajo la influencia de la cocaína y amenazaba con cortarle el cuello, ante la indiferencia del resto de la familia.
No quedaba nadie en la dependencia policial, así que le pedí a la mujer que se subiera al coche. Se apelotonó en el asiento del copiloto y, sin tiempo para abrocharle el cinturón, salimos del barrio chirriando ruedas.
Al pasar a la altura de la calle donde vivía la mujer, una turba de bocas desencajadas, intentó interceptar el vehículo policial con gritos y movimientos amenazadores.
Era una jauría dispuesta a impedir que la mujer  denunciara lo ocurrido: en el barrio todo el mundo sabe que las mujeres han de aguantar la violencia del marido (viogen le llaman ahora) y el desprecio de los hijos adolescentes (a esto todavía no se le ha puesto nombre ya que los legisladores siempre se retrasan).
¿Se imaginan que esta horda de desbrujulados hubiera llegado a tiempo para cerrarle el paso al coche patrulla?
Como en las películas, tendría que haber tomado una decisión: ¿Entregar y sacrificar a la víctima para salvarme o inmolarnos las dos, esperando refuerzos? ( ya sé: a mi también me da la risa).
Este es un ejemplo de la hijaputez que fue, el ubicar la dependencia policial en una vivienda social, con escaleras, del barrio del Espíritu Santo, en el año 1996. Llama la atención que el artífice de esta decisión fuera el ahora llamado alcalde prescrito, que en esas fechas, se dotó de 15 guardaespaldas. En época de bonanza y durante 20 años, este edil todo poderoso destinó a 15 policías locales para vigilar las viviendas y segundas residencias de los miembros de la corporación y también para acompañarle en su peligroso trabajo, plagado de actos protocolarios, inauguraciones, eventos festivos y deportivos, discursos, viajes y comilonas (se entiende de trabajo).

Versión policial

Sobre el autor

Sigo con mi "Versión Policial" en un intento por destripar una realidad urbana que el ciudadano en ocasiones apenas intuye. Con "Ficción Literaria" les hago partícipes de mis devaneos con la escritura.


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