Paula es Guardia Civil:
Durante su infancia, su madre no paraba de repetirle que los días señalados tenía que ponerse falda. Cuando entró en el cuerpo, tardó en comprender que podía ser tan profesional como sus compañeros varones. Decidió ascender y, para luchar contra los prejuicios, tuvo que esforzarse e implicarse más que los demás. Ella, ahora sabe que su empresa le puede ofrecer grandes oportunidades laborales y tiene claro cuales son sus prioridades pero no está dispuesta a mendigar que se le tenga en cuenta. Hace poco, le propusieron ser la cara bonita de la Guardia Civil, para gestionar las comunicaciones con los medios, pero ella prefiere especializarse en ciberdefensa. Con sus conocimientos y habilidades tecnológicas, se ha ganado el respeto de sus compañeros que alucinan con su aplomo y su grado de compromiso.

Laura es Policía Nacional:
Su novio de la adolescencia no quería que trabajara. Es rubia y le resbalan los chistes de rubias y los comentarios machistas. El deporte de competición le llevó a opositar para ser policía. A pesar de ser muy independiente ha entendido que en un cuerpo jerarquizado, la disciplina es necesaria. Pero durante sus años de servicio no ha dejado de aportar ideas y de emprender iniciativas para mejorar la eficacia y la imagen de su organización policial. A ella le encanta entender el porqué de lo que hace y confía en la formación para alcanzar sus metas . Estuvo de misión en Haiti y a su regreso decidió hacerse piloto de helicópteros. Es heterosexual y no necesita referentes masculinos para crecer como persona. En el trabajo, se siente querida y todos confían en su criterio. Es un modelo a seguir para los policías de nuevo ingreso.

Elena es Policía Local:
Sus padres querían que hubiera estudiado enfermería: una profesión que consideraban femenina. Eligió opositar porque tenía vocación de servicio pero sabe que con su entusiasmo y su fuerza de voluntad podía haber desempeñado cualquier otro oficio. No envidia ni la estatura ni la corpulencia de algunos de sus compañeros. Ha comprobado que la mejor herramienta del policía no es la fuerza física sino su capacidad de decisión, sus dotes de persuasión y su habilidad con la escritura. Siente debilidad por la inteligencia y trabaja a pie de calle, definiéndose como una solucionadora de problemas. Después de años de servicio, ha llegado a la conclusión de que la ciudadanía no entiende el concepto de democracia. No busca afectos en su trabajo y le importa poco el que dirán. Para ella es muy importante su tiempo libre y el poder disfrutar de su familia. A lo largo de los años ha esquivado a muchos babosos pero también ha hecho muchos amigos. A pesar de las adversidades, que le ha deparado la vida, se niega a tener miedo y a sentirse víctima por ser mujer.