“Soy un hombre cruel, que no percibe el sufrimiento ajeno. He estado vegetando durante años , esperando a que mi antecesor se estrellara. Incluso le he ayudado, poniéndole zancadillas, mientras simulaba ser su báculo leal. Nunca he sido un buen profesional. Lo cierto es que desconozco los entresijos de mi profesión y por eso no me puedo poner en el lugar de mis subordinados. Siempre me he mantenido a la sombre del poder. Ahora disfruto jugando a ser Dios. Con varios procesos selectivos en marcha, los tengo a todos en un puño. Los muy miserables pronto han comprendido que solo promocionaré a los más dóciles y enculables. Voy sembrando el terror y yo mismo me sorprendo de mi poder de manipulación. La jet set murciana era mi meta y mi estatus mi bandera.
Pero esta mañana me ha dado cuenta de que estoy solo y de que la amabilidad que me profesan mis agraciados, es fingida. Hasta me ríen los chistes por compromiso. Estoy de bajón. Las Instituciones políticas pueden cambiar de color y mi reino de taífas peligra. No me queda otra salida. Algún día se podrá decir, si alguien me recuerda, que morí de éxito.”
Esta es la nota de suicidio que se ha encontrado entre la ropa de un varón caucásico, de unos cincuenta y tantos años de edad, que se ha precipitado esta madrugado desde la torre de la catedral de Murcia. Se desconoce su identidad y todavía ningún familiar ha reclamado el cuerpo, que se encuentra en el anatómico forense.