Desde que ando recorriendo colegios e institutos de la Región de Murcia, para presentar los cuentos que he escrito sobre asuntos que atañen a los escolares, cada vez que hago referencia a la igualdad de género y a las mujeres, los niños suelen repetir al unísono: “Siiiii. A las mujeres les pegan y las matan”. Por ello me he pasado el verano del 2019 escribiendo e ilustrando unas pequeñas biografías sobre mujeres fuertes (LAS TRES MOSQUETERAS Y LAS MOSQUETERAS DEL AIRE) que, a pesar de la falta de apoyo de sus familiares o de la desaprobación de sus parejas, consiguen por vocación, trabajar en profesiones consideradas como poco femeninas.
Con las políticas actuales se intenta provocar indignación en la ciudadanía y concienciar de que la violencia y los asesinatos de mujeres son una lacra que se puede erradicar. Y se recurre a soluciones, potencialmente machistas, de tutelaje y protección para la mujer que cualquier día, oyendo algunas de las ocurrencias que proponen diferentes colectivos bien intencionados, van a terminar con la imposición del burka ( vestimenta de protección frente a miradas e impulsos lascivos).
Con la contranarrativa se pretende cambiar la mentalidad y los prejuicios, tanto de hombres como de mujeres, con el ejemplo de féminas que, por méritos propios, son tan válidas como los hombres válidos. Se trata así de incidir en una relación de igual a igual, despojada de un paternalismo contraproducente, que tanto gusta en los cuerpos policiales.
Cambiar nuestra narrativa supone bajarnos de esa superioridad moral que nos proporciona occidente y por ejemplo no quedarnos con la imagen de esa mujer magrebi sometida al marido, aislada y obligada a llevar pañuelo. Habrá que hablar de que muchas de ellas se están sacando el carné de conducir para poder atender mejor a su numerosa prole, combinando su cuidado con un trabajo precario fuera de casa. Explicar que todavía encuentran tiempo para asistir a clase y perfeccionar su español. También son capaces de aprender inglés y francés con una facilidad pasmosa y sin descuidar el manejo de las nuevas tecnologías. Son mujeres 10 que luchan por un futuro mejor para ellas y para sus familias.
Sin embargo el feminismo egocéntrico no habla de ellas, encerrado como está en su estrategia de victimismo. La igualdad se conseguirá trabajando con más cabeza y menos tripa y corazón. Yo como mujer pienso exigir respeto pero no me apunto a implorarle al varón que me tenga en cuenta con llanto, indignación y amenazas huecas.