¡Qué eficaz es la contranarrativa para desarrollar el sentido crítico y luchar contra los prejuicios! ¡Qué útil podría resultar en la formación policial, para luchar contra el radicalismo! Es una táctica militar que pueden utilizar otras administraciones y que resulta más barata y rentable, en esta época del enemigo, que el trío tan aplaudido de reprobación, sanción y castigo.
Descubrí su poder cuando, con 16 años, mi profesor de filosofía empezó a cuestionar todo aquello que todos dábamos por sentado. Mientras algunos le tachaban de pelmazo por hacernos dudar de todo, yo empece a divisar las infinitas dimensiones de las cosas y las perspectivas contrapuestas que fueron multiplicándose con la experiencia.( De ahí, creo yo, ese empeño en eliminar la asignatura de filosofía de las aulas)
Fíjense si la contranarrativa es eficaz que, hábilmente utilizada por los populismos de derechas y de izquierdas, ha conseguido que estos ganen adeptos de manera exponencial.
El museo del Prado, dentro de esa estrategia de la contranarrativa, ha organizado una exposición [Invitadas], donde las mujeres pintoras son protagonistas. Hay flores y mucho color pero la mayoría de los cuadros te embelesan, al tiempo que te hieren y te transmiten dolor e indefensión.
El conjunto te hace intuir que las mujeres también tienen alma e inteligencia y que no tienen nada que envidiar a los hombres, en cuanto a su sentido crítico, a su técnica o maestría.( Si, ya sé que eso es de cajón, pero una gran mayoría todavía no lo acepta y ese cambio mental solo se consigue con el ejemplo y no con el victimismo).
Recorriendo las salas permanentes del museo madrileño, que te hacen retroceder al pasado, marcado por la mitología, la religión y la historia, cualquiera puede darse cuenta ( antes se percibía como “normal”) de la escasa o casi nula presencia de pintoras. También como protagonistas de las historias que cuentan los cuadros, comprobarás que las féminas solo aparecen como reinas, santas, diosas y madres.
Entre las pinturas de José de Ribera, cuyos personajes parecen salirse de sus bastidores, sorprende la escena de dos poderosas mujeres que se enfrentan armadas con espadas y escudos. Es un combate a vida o muerte. Son dos gladiadoras que representan la eterna lucha entre el vicio y la virtud. El artista ha elegido para esa escena, a dos mujeres. Una decisión obvia para la época, pero terriblemente actual todavía cuando se habla de decencia, aunque hay que reconocer que cada vez menos.