A las organizaciones policiales les ha costado trabajo adaptarse y pasar de una Dictadura a un Estado democrático, ya que las leyes y los protocolos han ido cambiando antes que las mentalidades.
Todavía son muchos los gestores de estas empresas públicas que conciben la modernización tan solo como una adaptación a las nuevas tecnologías . Hacer las cosas de otro modo o recurrir a la inventiva les resulta blasfemo, especialmente a los que añoran el pasado.
Son organizaciones donde la motivación o la comunicación interna e incluso en algunos casos la selección o la formación son impostadas. Ante la creencia de que la mano dura y la centralización de la información son un aviso a navegantes, que resulta eficaz para mantener el poder y la disciplina.
Por ello desde hace décadas, es tabú el asunto de las felicitaciones, recompensas o medallas, otorgadas por la Administración, a los policías merecedores de reconocimiento público. Al ser público no se entiende que no se le dé publicidad al listado de los elegidos e incluso que no se coloque, anualmente, dichos nombres en un cuadro de honor. Es como si hubiera algo vergonzante en esa elección y que ese reconocimiento estuviera destinado solo a los interesados y no a todos los componentes de las plantillas. Al fin y al cabo no deja de ser una evaluación que aporta mucha información sobre la cultura de esa empresa.
Hace años, los agraciados de la pirámide jerarquizada solían ser; el conductor chivato del mando o el funcionario docil, que llevaba al colegio a los hijos de su jefe o que le pintaba la fachada de casa, pero en la actualidad, en muchas empresas, son los mandos intermedios, que conocen bien a sus policías, los que proponen candidatos aunque no disponen. Sin embargo estos jefes de grupo se enteran, con un poco de suerte, de los nombres de los felicitados, el mismo día del evento protocolario. Quiero creer que lo hacen para evitar las críticas, que son legítimas en Democracia, especialmente si algunos felicitados repiten Patrón tras Patrón o también para impedir reclamaciones motivadas ante la exclusión de las listas de algún propuesto a felicitación.
La Administración, desde hace años, está presumiendo de transparencia y esa transparencia ha de ser exigida también a las organizaciones policiales.