Protección civil
Ahora que cierto sector de la sociedad se dedica a fomentar el miedo para llegar al poder, convenciendo a la población de que la policía es el remedio a todos los males, ha llegado el momento de cambiar esa imagen amable de las policías que tanto gusta a los políticos y a los ciudadanos y de crear nuevos recursos de protección civil.
Policías, como las locales, han terminado asumiendo las funciones de otros servicios que ya no salen de sus oficinas y que pretenden gestionarlo todo, con papeleo, desde sus despachos.
Son los policías los que detectan ancianos abandonados, menores desamparados o maltratados, familias sin recursos, absentismo escolar, negocios sin licencias o que no cumplen las medidas de seguridad, aforos,obras ilegales, quemas agrícolas, residuos, ruidos, desperfectos en la vía pública…
Para todo ello no hace falta pistola, ni ser conocedor del derecho penal o procesal. Por ello los ayuntamientos tendrían que disponer de profesionales de calle que, colaborando con las policías, se dediquen a patear las ciudades para atender las demandas ciudadanas, buscar recursos, mediar y escuchar a los más necesitados. Ello conseguiría alcanzar a esa población que no sabe hacerse escuchar, humanizando las ciudades y permitiendo que las policías se dediquen más a la seguridad ciudadana.
Es lo que se intentó con la creación de la policía de barrio, que mermó las plantillas. Pero ese policía, que se ha de integrar en el tejido social, así es como se vendió el proyecto, hablando con comerciantes y entrevistándose con vecinos, al conservar su función coactiva es fácilmente dada a las pequeñas corruptelas y con tendencia a acomodarse en el buen rollito, dentro de la sociedad burbuja.
Que el mundo se ha vuelto más violenta es un hecho. Porque la violencia es éticamente reprobable pero terriblemente eficaz.