Me marcho consciente de que en Espinardo, me voy dejando varios proyectos sin concluir y un grupo de trabajo policial en pleno crecimiento. Pero quiero dirigirme a esos padres que se han vanagloriado ante mí de tener unos niños que se dedican a dar bandazos por el barrio, hasta altas horas de la madrugada y que se niegan a ir al colegio. A esos progenitores que se jactan públicamente de tener un retoño que, con solo ocho años, es capaz de robar y conducir una motocicleta o que se dedica a gritarle y amenazar a sus mayores para salirse con la suya, porque al parecer tiene muchos cojones. Me dirijo especialmente a ellos porque, sin ser conscientes, son un modelo para sus hijos. Quiero pensar que ellos fueron víctimas de sus circunstancias y por eso les pido que les den una oportunidad a sus hijos. Que les dediquen tiempo y cariño, Mucho cariño a esos hombrecitos que, cuando no son dañinos, se saben invisibles.
Denles la oportunidad, a través de la escuela, de saber que existe otro mundo fuera de la marginalidad, los paraísos artificiales y el delito. La oportunidad, al menos, de elegir. Así les garantizo que, con su implicación y aunque lo tengan todo en contra, el mundo funcionará un poco mejor.
Dejen de mendigar, y dejen de esperar que las Instituciones les ayuden. ¡Actúen! Siempre hay margen para la acción.