No sé si han tenido la oportunidad, la curiosidad o la inteligencia de acercarse a la Plaza de Santo Domingo para admirar el conjunto escultórico de Rodín que durante unos días ha permanecido en la ciudad de Murcia. La obra Los burgueses de Calais fue percibida, en un principio, por algunos mandatarios franceses como un peligro por el sentimiento de dolor, desamparo y derrota que desprende. De hecho Rodín sacó sus esculturas a la calle para que, como apuntaba un político murciano, se pudiera establecer un diálogo entre el arte y la ciudadanía. Independientemente de disfrutar contemplando la belleza y la fuerza del trabajo del escultor francés, con la que está cayendo, son muchos los murcianos que se han sentido identificados con cada uno de los personajes representados. Cómo si de una broma pesada se tratará, el rico burgués de Calais, dispuesto a sacrificarse por su ciudad, puede recordarnos al presidente Rajoy, que con su barba y su cara descompuesta parece estar lamentando amargamente los estragos sociales causados por la reforma laboral. El siguiente personaje con lastre en el cuello representa la viva imagen de la desesperación. El tercero, escuálido, se echa las manos a la cabeza mostrando su impotencia, mientras su espalda parece incapaz de sostener el peso de sus circunstancias. El cuarto levanta una mano, como espantando los reproches, dando a entender que no quiere saber nada y que abandona el barco. El quinto, harapiento, mira a los demás desconsolado, extendiendo sus brazos en un gesto que parece preguntar: “¿Qué puedo hacer?”. El sexto simboliza la ira, con sus puños cerrados y sus músculos en tensión. Pero su desnudez revela la ineficacia de su rebelión. Como colofón, el famoso pensador de Rodín bien podría representar al pueblo y a su fuerza de trabajo. Solitario, se centra en sus pensamientos mientras su cuerpo de coloso se mantiene inmóvil e improductivo. Es el símbolo de una ciudadanía, abandonada a su suerte y que los mercados pretenden chinificar. Por ello ha de espantar su escepticismo y fatalismo y reflexionar sobre el valor de las urnas y la eficacia de la reivindicación.