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Sargento Emilia

AerotrastornadA

Me llamo María y nací en el sur de Francia en el año 1875. Con 14 años perdí a mi madre y tuve que cuidar de mi padre y de mis hermanos. Pronto me di cuenta de que no era como las mujeres de mi época. Por influencia de mi padre, practiqué infinidad de deportes y me interesé por el circo. Las volteretas aéreas, el trapecio y el funambulismo me sirvieron de entrenamiento. También realicé estudios superiores. Aprendí varios idiomas y me aficioné a la lectura: devoraba libros, especialmente los de temática científica. Al comprender que no podía prescindir de las emociones fuertes, convertí mi vida en un desfio constante.

Escalé casi todos los picos de los Alpes suizos y franceses. Nadando largas travesías por el Sena, me gané el apodo de Anfibio rojo, por el color de mi bañador. Recorrí más de 400 kilómetros en canoa y, como no me dejaban participar en el tour de Francia por ser mujer, decidí hacer el recorrido por mi cuenta, culminándolo con éxito.

En el año 1899 obtuve el permiso de conducir. Después de ponerme a los mandos de locomotoras y barcos de vapor me atreví con los globos aerostáticos. Mi primera experiencia con L´Étoile Filante me permitió sobrevolar el canal de la Mancha. No vean la cara que puso el paisano que me vio aterrizar en suelo inglés, después de una pirueta, al ser expulsada de la barquilla en la que viajaba.

Ocupaba entonces mi tiempo participando en numerosas competiciones, destacando en tiro, esgrima, atletismo, golf, equitación, boxeo…y realizando exhibiciones aéreas con globos. Ello me llevó a querer pilotar aviones. Mi primer bautismo tuvo lugar en el año 1909. Conseguí el título de piloto al año siguiente, siendo la tercera mujer en obtenerlo, con el número de licencia 281. Con el monoplano Antoinette, un avión difícil de pilotar, batí el récord femenino de distancia sin tomar tierra, al lograr permanecer 53 minutos en el aire y recorrer 27 millas.

Algunos periódicos intentaron apodarme María rompe cuello  pero lo cierto es que en esas fechas, de tecnología precaria, destacaba por no haber tenido apenas accidentes y por mi sangre fría en situaciones de peligro. Fue entonces cuando el gran público empezó a referirse a mí como a la mujer más extraordinaria del mundo y a compararme incluso con Juana de Arco. Aquí no puedo evitar añadir, sin modestia, que también era una excelente cocinera que consiguió la afamada distinción Cordón Bleu.

No iba a ser mi primer invento, pero empeñada en ser útil, quise desarrollar aviones de ala fija que sirvieran como ambulancias aéreas. Mi sueño no pudo llegar a buen puerto por que la empresa aeronáutica, interesada en el proyecto, se arruinó y al mismo tiempo se inició la primera guerra mundial.

Por mucho que insistiera, no me dejaron volar y realizar misiones de bombardeo. Decían que la muerte no es asunto de mujeres ya que según ellos las mujeres existen para dar vida y no para quitarla.A pesar de todo me enrolé, disfrazada de hombre, pero fui descubierta y me tuve que conformar con trabajar como enfermera para la Cruz Roja.

Ya en el año 1915 pude incorporarme a misiones de bombardeo como piloto voluntario. Mi valentía fue reconocida con el apodo de Novia del peligro y con la Cruz de Guerra.

Entre las dos contiendas trabajé de periodista y  de corresponsal de guerra y orienté mi vida hacia el desarrollo de la evacuación aeromédica.

He dado conferencias y seminarios por todo el mundo y especialmente en los Estados Unidos. He organizado el primer congreso de aviación médica en el año 1929, siendo la primera enfermera en vuelo, certificada. También realice y protagonice documentales con títulos tan sugerentes como: Las alas que salvan o Salvados por la paloma. En el año 1949, recibí la condecoración de Caballero de la Legión de Honor francesa, convirtiéndome en Oficial.

La segunda guerra mundial fue la oportunidad para poner en marcha mis planes sobre evacuación aeromédica, con mujeres pilotos y enfermeras. La guerra me permitió también  trabajar con heridos y perfeccionar así un nuevo tipo de sutura quirúrgica que me valió el reconocimiento de la prestigiosa universidad de la Sorbona.

Con 80 años no crean que me dedicaba a la contemplación. Intenté conseguir ser piloto de helicóptero y 6 años más tarde hice el trayecto Nancy-Paris en bicicleta, para regresar por aire.

Morí en el año 1963, ya en el anonimato, pero con la satisfacción de saber que en Francia, los aerotrastornados me recuerdan como a una gran deportista y a una de las pioneras de la aviación mundial.

Fdo: Marie Felicie Élisabeth Marvingt

Versión policial

Sobre el autor

Sigo con mi "Versión Policial" en un intento por destripar una realidad urbana que el ciudadano en ocasiones apenas intuye. Con "Ficción Literaria" les hago partícipes de mis devaneos con la escritura.


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