La sucia y vil guerra contra los narcos
es una farsa trágica y sangrienta.
El pueblo muere de forma cruenta
por la puta avaricia de unos pocos.
Con la codicia de los políticos,
cómplices de una violencia que mata,
la coca se cambia por armas y plata
mientras los pobres se comen los mocos
Desde el aire fumigan plantaciones
Envenenando cosechas y pozos
Dejando al campesino sin opciones.
Este, por sus piadosas donaciones,
venera al narco que atiende sus rezos
y se asemeja al Dios de sus oraciones.