¿Habéis dicho alguna vez eso de “qué horror, eso no me lo pongo ni de coña” y a los dos meses lo llevabas puesto?
Si algo tengo claro es que en la moda hay tres reglas y son: la moda SIEMPRE vuelve (así que no tires nada ni tu madre tampoco); la segunda: para encontrar una buena ganga no puedes tener prisa porque hay que rebuscar bien y tomarte tu tiempo y la tercera: no digas eso de “qué horror no me pienso poner eso nunca”.
A mí me ha pasado con la vuelta de los pantalones de campana -los dejé en 2008 después de cuatro años de instituto, con las deportivas de Pull&Bear por debajo de las campanas y los pendientes de aro por los hombros- y varios años después me han vuelto a gustar. Ahora se llevan más en plan hippie en vez del estilo cani de la adolescencia, que solían ir acompañado de un palabra de honor con el conejito play boy y un estuche de Betty Boop (qué tiempos aquellos, parece mentira que hayan pasado 15 años…).
También me pasó con los pitillos con bailarinas que cuando salieron me parecieron horribles. Claro, acostumbrada a llevar los tanques y las campanadas al estilo Bratz, vernos de repente con esas piernuchas que parecían agujas me parecía feo feo… y el caso es que luego no me los podía quitar. Cambiamos los botines de boxeador (que también se llevaron) por las bailarinas, también conocidas como Sabrinas (por la película del mismo nombre interpretado por Audrey Hepburn, que las solía llevar) y que teníamos de cien mil colores y cuadritos Vichy a conjunto con los collares de perlas por el ombligo de largos, así de monas íbamos nosotras oye…
Y ahora me ha pasado con las zapatillas Converse. Nunca las he visto mi estilo. Y ya tengo dos en mi armario, compradas este año.
Los que llevo en el post son los botines clásicos de toda la vida (para los que no lo sepan se siguen vendiendo tanto que nunca se rebajan ni siquiera en los outlets) y que es una de esas prendas de las que no era muy fan y ahora me encantan (para que veáis cómo pueden cambiar los gustos). Además, es que me gustan con casi todos los looks: medias y un vestido; con leggings, para ir más sport; incluso con una blazer para ir a trabajar -si el dress code laboral te lo permite claro está-, y con unos pitillos vaqueros o con unos boyfriend rotos.
Todavía no he caído con los vaqueros ‘cagados’ y las botas militares que tanto se han llevado este año. Pero en fin, viendo lo visto, nunca se sabe…
¡Hasta el próximo post!