Ir al gimnasio, dejar de fumar, no pasar tanto tiempo con el móvil, aprender inglés… Nos hacemos mil millones de propósitos de Año Nuevo que nunca cumplimos.
Casi siempre lo achacamos a la falta de tiempo, una forma de mentirnos a nosotros mismos, porque si algo hemos tenido de sobra este año es tiempo. Y la verdad, no me imagino a los confinados por Covid con todo el cuerpo lleno de parches de nicotina ni con el diccionario de inglés en mano.
Escribiendo un post sobre un viaje que hice, he caído en la cuenta de que últimamente (antes del COVID) no estaba viajando mucho (al final siempre piensas que tienes tiempo). Si algo nos ha demostrado el 2020 -y al parecer el 2021 también- es que el tiempo aunque se mida igual para todos, es muy diferente para cada uno y solo en nuestra mano está saber aprovecharlo.
Del mismo modo que estar confinados nos ha enseñado que se está mejor en casa de lo que pensábamos, también debe hacernos aprender lo que hemos perdido. Y que toda esa ilusión la podremos recuperar sin que el mundo nos esté amenazando con constantes pandemias para que sepamos disfrutarlo. Así que… ¿por qué no cumplimos los propósitos esta vez?
Ya hablé aquí de los challenge para marcarte objetivos. Pero, ¿qué pasa cuando los cumples? Que eres una persona diferente, que poco a poco te has ido transformando sin darte cuenta. Y que un día sin esperártelo te llegará una notificación que hará que flipes en colores. ¿De qué estoy hablando?
De esta aplicación ya os he hablado y que creo que es muy práctica para ver si al final has conseguido lo que querías. Hay muchas, pero yo uso Incubate: ya hablé de ella en el post: ¿Qué le dirías a tu yo del futuro?
Si a alguien consigue sacarle media sonrisa cuando le llega una notificación, ya ha servido de algo este post. ¡Hasta el próximo!