Cerrado permanentemente
Con el 30% de capacidad y sin terraza… ¿cuál es la esperanza de vida de un pequeño local en nuestra ciudad?
Parece que llegamos a una nueva e incierta normalidad, pero nada más lejos de la realidad para el sector hostelero que sigue sufriendo una escabechina legislativa.
Pasear por las calles de Murcia y ver el cartel de cerrado permanentemente se ha convertido en algo habitual y ciertamente triste cuando se trata de locales con historia en nuestra ciudad.
Luego están aquellos que han sobrevivido a duras penas o que han decidido emprender en una de las crisis más grandes de nuestra historia sin mucha o ninguna ayuda. Ahora cambian las tornas pandémicas, sin toque de queda pero cierre de actividad no esencial que plaga la ciudad de botellones sin ningún beneficio económico para la sociedad.
Otro golpe a la hostelería -que ya lleva unos cuantos morados en la cara- es el tamaño de las aceras. En las zonas céntricas o cascos históricos lo normal es que la calle no sea como la de la Gran Vía, parece algo obvio ¿no? Pues no tanto, porque la pelea incesante del pequeño comercio y los procesos burocráticos que se eternizan -solicitudes de licencia no aprobadas incluidas- aburren hasta los muertos.
Y en esta crónica de una muerte anunciada, los pequeños hosteleros se preguntan, ¿por qué unos sí y otros no? Porque los famosos metros de limitación de las aceras… sabemos que no siempre son así, ¿verdad? Locales que se pelean por un banquito y mini barra pegada a la fachada porque les supone un mundo y otros con cinco mesas pegadas a un contenedor.
En fin, charlas de barra con mascarilla y alcohol desinfectante en mano que dan que pensar. Seguiremos paseando por nuestras calles coleccionando carteles de cerrado permanentemente.