¿A qué me refiero? A las secciones de comentarios y opiniones de cualquier producto o servicio de internet. Me acuerdo cuando usaba Bla Bla car y siempre leía los comentarios con mucha atención antes de reservar. Y luego pensaba: ¿para qué los lees? Si a alguien le ha pasado algo grave no estará como para escribir un comentario.
Con el tiempo, cuando empecé a usar este servicio entendí lo práctica que era esta opción porque usar este servicio no solo se reduce a conducir bien o mal, hay muchos errores que puedes cometer.
Una vez me regalaron un paquete de experiencias por mi cumple y tardé cuatro meses en canjearlo porque tenía una fecha de caducidad bastante alta. Llamé a mitad de verano a una clínica para darme una masaje y me dijeron que no me podían dar cita hasta septiembre. Le pregunté al chico: “¿Por qué tan tarde?”. Y su respuesta fue literalmente: “Esto es como Zara, cariño, las mejores fechas son las que primero se reservan”. Al parecer hay gente que no le gusta que reserves con este servicio de un día para otro, aunque entonces no entiendo el motivo por el que se inscriben en estas cosas. El caso es que se puso a gritarme y decidí colgar.
Me quedé con un mal cuerpo… que para mí se quedó. Sin embargo, no puse ningún comentario malo en su sección de Google, ¿por qué? Me dio cosa… Habría tenido un mal día, estaría agobiado o pasándolo fatal por el calor abrasador de Madrid en verano. El caso es que no lo hice…
Luego pensé lo mal que me había sentado esa situación que me había pillado totalmente por sorpresa después de haber leído todas los comentarios sobre su gran profesionalidad y amabilidad. Y que no haberlo hecho yo supondría, probablemente, que a otra persona le pasara lo mismo.
Si este servicio ha sido creado para que seamos sinceros, no podemos tener pena porque ellos no la tienen cuando nos tratan mal. Y no poner la verdad va en contra de la función de este servicio, ¿no? Porque está precisamente para avisar a los demás o por lo menos para que puedan analizar los pros y contras y sean libres de elegir sabiendo toda la información.
Me he acordado de esto ya que pedí un pañuelo para el cuello por internet hace poco y al llegar a casa me di cuenta de que soltaba un montón de pelusa, un auténtico desastre.
Si dejamos que este servicio sea exclusivo de los amigos del restaurante de turno o del mismo dueño con diferentes cuentas, el servicio se va a terminar de devaluar y con él toda la credibilidad.