28 de febrero de 2016

(Es maleducada, lo peor, una plaga; incluso, en ocasiones, ve muertos)

Sí, sí, claro, la gente es lo peor, la gente es boba, la gente no tiene ni pies ni cabeza, la gente no sabe lo que quiere, ni lo que vota, ni lo que compra, ni se lava los dientes; la gente es inculta, la gente no lee un pijo, la gente es maleducada, la gente es marrana –el Ayuntamiento de Murcia le recomienda en una campaña a la gente marrana que no lo sea–, la gente cuando es marrana no se da por aludida, la gente ha perdido el Norte, la gente se ha echado al monte, la gente deglute fatal y pasa de la dieta mediterránea, la gente no tiene palabra, la gente siempre intentará adentrártela doblada, la gente no quiere comprometerse, la gente es insolidaria, la gente es mezquina, la gente cambia de chaqueta como de desodorante, la gente se olvida en cuanto te descuidas de que existe el bendito desodorante.
Sí, si, claro, la gente grita como vikingos en celo, la gente no paga lo que debe, la gente hace todo lo que puede y más por defraudar a Hacienda –que resulta que, según la abogada del Estado Dolores Ripoll, ya no somos todos–, la gente tiene hijos por tenerlos, como el que se aficiona a los bonsáis o a los boquerones en vinagre; la gente no tiene remedio, la gente es manipulable, la gente solo quiere ver telebasura y comer hamburguesas con el equivalente al peso del Monte Fuji en patatas fritas; la gente solo desea beber cerveza, la gente se deja guiar por la publicidad, la gente te dice una cosa a la cara y otra a la espalda, la gente ve ‘Sálvame’, la gente pasa de los refugiados y de la madre que los parió, la gente arroja las colillas a la arena, en ocasiones incluso encendidas y, también en ocasiones, la gente incluso ve muertos.
La gente es del PP, es del PSOE, de IU, la gente es de Podemos, de Ciudadanos, la gente es un asunto turbio, la gente no recicla, la gente está enganchada a lo tonto y a lo loco y a lo memo a las redes sociales, la gente quiere carnaza, la gente ya no monta en globo, la gente confunde los cojones con el trigo, la gente sigue creyendo que Esperanza Aguirre es sensata, la gente pasa del vecino, la gente continúa con la jodienda de conducir ebria, la gente es que no sabe beber, ni conoce ‘Viaje al fin de la noche’, de Céline.
La gente come demasiado cerdo –excepto los musulmanes–, la gente ignora quién es Íñigo Cavero, la gente pierde muy rápido los nervios, la gente se queda con lo que no es suyo, la gente te da gato por liebre, la gente, como dice Presidente/Rajoy en funciones, «somos sentimientos y tenemos seres humanos» (?), que traducido al castellano quiere decir «somos seres humanos y tenemos sentimientos».
La gente intenta siempre escaquearse de la Justicia –dice Iñaki Urdangarin, intentando demostrar su inocencia: «Yo me dedicaba a lo que me dedicaba». ¡Toma, pues ahí está precisamente el problema y el (presunto) delito!–, la gente ya no respeta nada, la gente ni valora ni cuida su propio idioma –en Italia, sin embargo, un niño de 8 años ha inventado una palabra, ‘petaloso’, que ya corre por todo el país de boca en boca–; la gente a la primera de cambio levanta muros, la gente busca como sea sacar tajada, la gente no tiene paciencia, la gente se cree que todo el monte es orégano, la gente se piensa que lo sabe ya todo, cuando el neurocirujano Henry Marsh, autor de las estupendas memorias «Ante todo, no hagas daño», sostiene que sabemos más de la Luna que de nuestro propio cerebro.
La gente no tiene cerebro, la gente ya no cree en nada, la gente trata a sus animales de compañía como si fuesen personas, la gente no es agradecida, la gente se toma todo el brazo en cuanto le das la mano, la gente tiene claro de qué agua jamás beberá, la gente está destruyendo el planeta, la gente lo contamina todo, la gente se disfraza con piel de cordero, la gente no tiene más misión que estar fastidiando todo el día, la gente habla en el cine, la gente no va al cine, la gente es una plaga; está clarísimo que la gente procede del mono, no hay más que tener ojos en la cara para verlo. La gente no tiene ojos en la cara. La gente, la gente… Qué coño la gente, ¿acaso la gente no somos todos?