15 de julio de 2016
(El músico Quimi Porter humilla en Twitter a un camarero gallego de un ferry de Balèaria que dijo no entenderle en catalán)
Si us plau, ¡por favor!, ¡por todos los santos vírgenes!, ¡cordura!, un poquito de por favor o hagámonos la siguiente pregunta retórica: ¿Es que no hay un solo bípedo macho o hembra, en esta España-cañí cuya selección se ha comportado en la Eurocopa 2016 como una pandilla tatuada de despistados excursionistas bucólico-campestres por el Tirol, que haya leído las ‘Meditaciones’» de Marco Aurelio o, en su defecto, aunque sea el ‘Libro Gordo de Petete’. Lo digo a propósito de uno al que, o bien se le ha ido la olla, lo cual podría ser temporal y «aquí paz y después gloria», o bien es un pobre hombre, lo cual ya es más complicado de resolverse satisfactoriamente, sobre todo porque su hechos, si bien aislados aunque sobradamente públicos, parecen indicar que estaríamos ante un pobre hombre con, para colmo, mala baba.
Hablo del músico Quimi Portet, ex del grupo El Último de la Fila y, anteriormente, ex de Los Burros, y no lo digo para que alguien pudiera pensar que todo se pega menos la hermosura, sino como dato científico. Portet viajaba justo hace ahora una semana, de buena mañana, embarcado en un ferry de la naviera Baleària que hacía el trayecto Formentera-Ibiza, paraíso del que el artista regresaba tras haber ofrecido allí un concierto. Pues hasta aquí, como verán, todo muy bien y muy mediterráneo. El caso es que Portet, haciendo uso de su libertad individual y de los deseos de su estómago, se dirigió a tomar un café con leche, al que él llama, y me parece fenomenal que así sea, ‘café amb llet’.
Y eso mismo, un ‘café amb llet’, le pidió a las ocho de la mañana a un camarero de turno, gallego de pies a cabeza y llamado desde hace 48 años Juan José Hermo, que trabaja ganándose la vida como puede y con muchas horas ya de mar a sus espaldas, y que cuando escuchó lo de ‘café amb llet’ resulta que no lo entendió. Vaya por Dios, qué disgusto agarró Portet, qué gran ofensa para el catalán, para su parentela, para su honra, para su hombría, su ciudadanía, su fe en sus semejantes, su amor por la cultura, su enorme preocupación por los efectos del calentamiento global, su compromiso con los refugiados de uno y otro confín, su buen rollo general, su espíritu bohemio… El camarero gallego no entendió ‘café amb llet’ y Portet se lo tomó a la tremenda, ¡gran escándalo!, inconcebible, ¿cómo se atreve?, un puto camarero, un asalariado de a pie, un hombre calvo…
Herido Portet en lo más profundo de su ser, en pleno domingo, de buena mañana, azul el cielo y el mar, de camino a otro paraíso tras cantar a pierna suelta, hizo público el crimen deleznable que había cometido el insolente camarero contándoselo a los cuatro puntos cardinales a través de su cuenta de Twitter. ¡Venga, que se entere el mundo de que hay un camarero, muy probablemente asesino en serie, que resulta que no ha entendido lo de ‘café amb llet’!
Y escribió: «Aquest cambrer no enten ‘café amb llet’…». Y añadió la frase que el gallego había pronunciado: «Mira: en gallego, español, francés, inglés y hasta en italiano te entiendo, en catalán o mallorquín, ya no». ¿Y qué pasa?, ¿cuál es el problema, el conflicto, el agravio, la tropelía…? Portet no solo contó la tontería ocurrida, sino que ¡publicó la foto del camarero! Le hizo una foto y la colgó en la Red: ¡Eh, mirad todos, es él, quedaos con su cara, mirad lo que ha hecho, lo que se ha atrevido a hacer…! Pobre hombre, Portet, deseoso de que el camarero pagase por su gravísima falta, deseoso de que la naviera tomase medidas, deseoso de revancha. Venga, a ver si el músico famoso consigue que el padre de familia gallego se quede sin trabajo, que lo echen, para que así aprenda que con Portet no se juega, ni con el catalán, ni con quienes entienden la lengua como un territorio para la exclusión y como un arma arrojadiza.
Baleària, que además patrocinaba el concierto del ofendido y mala sombra, anunció en un primer momento que abriría una investigación y que tomaría «medidas». ¿Cómo? ¿Dónde está escrito que en este país sea obligatorio hablar el catalán?, ¿cómo va a ser sancionable dirigirse a un español en español, por muy Portet que sea el español? El camarero, cuando vio lo ofendido que estaba el músico, lo herido que le había dejado su sensible corazón, intento pedirle disculpas, explicarle que él respeta el catalán, que cómo no lo va a hacer si él mismo habla gallego, pero entonces Portet se puso a hablarle en italiano y, seguidamente, le dio la espalda, todo ello muy educadamente, como un gran hombre de mundo para el que las lenguas no deben ser un disparo al cuello del civismo.
Por supuesto, fueron muchos los que solicitaron en la Red que el asunto le costase al gallego su puesto de trabajo; gallego del que, además, se han burlado con sobrecogedora indecencia. Un día escuché a Portet explicar que su música «sirve para huir de este mundo». Mundo a cuya sobreabundancia de conflictos estúpidos él contribuye. Yo, de momento, voy a tomarme un cáfe con leche, también muy bien llamado en catalán ‘café amb llet’.