24 de julio de 2016
(Del peluquero de Hollande, a los Red Hot Chili Peppers y el héroe de Niza)
Así, como si nada, el peluquero de Françoise Hollande –que tiene peluquero aunque parezca mentira tan solo con echarle un somero vistazo, aunque parezca una broma e, incluso, según lo comprobado por los pelos, aunque parezca un mal sueño–, resulta que cobra del erario público francés, menos mal, la friolera cantidad de 9.895 euros al mes. Friolera pese al subidón que provoca escucharla de sopetón, sobre todo para los que no tenemos costumbre de tener peluquero, ni chófer, ni guardabosques, ni tampoco de manejar semejante cantidad industrial. Oye, pues el presidente francés, como si nada y como si aquí el único que no tiene un pelo de tonto fuese él, ha justificado el portento de sueldo que el peluquero se embolsa argumentando que tiene que estar dispuesto a poner en orden su cabellera gala en cualquier momento que la patria lo precise. Yo no tengo ni idea ni de cómo coger unas tijeras, pero me pido de todo corazón el puesto de peluquero de Hollande; total, nadie notaría la diferencia.
Así, como si nada, justo 3.000 inmigrantes han muerto en lo que va de año en el Mediterráneo. Y habrá más, tranquilos. Así, como si nada, el otro día de esperanzas encendidas casi 1.900 aspirantes se presentaron en Murcia a una plaza de auxiliar administrativo. Hoy, más que nunca, ¿quiénes de los que forman la inmensa mayoría de ciudadanos de a pie de este país no darían su reino por una plaza de funcionario? Si hay alguien que diga ‘yo’, que levante el brazo para que le rindamos pleitesía y llamemos corriendo a su médico.
Así, como si nada, los músicos de Red Hot Chili Peppers han puesto una pica en Flandes saltándose a la torera una norma universalmente extendida: la de la negación de la evidencia. «Somos gilipollas dispuestos a admitirlo», han dicho. Otro mundo es posible. A lo mejor, después de admitirlo, se proponen como aventura peligrosa dejar de serlo.
Así, como si nada, la magistrada responsable del juzgado de violencia contra la mujer número 1 de Vitoria le preguntó a una congénere que, presuntamente, fue violada por su pareja, que si había «cerrado bien las piernas». Pregunta que se podría haber evitado, y también una violación menos que se habría producido, si la presunta víctima se hubiese preocupado desde su más tierna infancia de ir acostumbrándose a la incomodidad cierta, pero también a su eficacia, del cinturón de castidad. Lógicamente, el Consejo General de Poder Judicial está analizando la idoneidad de la pregunta, que parece cargada por el Diablo.
Así, como si nada, en tiempos en los que hay demasiada gente dispuesta a matar, incluso gratis, un hombre corriente declara que «estaba dispuesto a morir» por detener la masacre que perpetraba en Niza Mohamed Lahouaiej Bouhlel, con el que estaba claro que no se podía entrar en conversación por las buenas y obsequiándole con un clavel para la solapa. Un hombre corriente vino a demostrar con su acción, subido en su moto lanzada a la caza del siniestro camión, que hay personas que nos dignifican y salvan como especie y que no siempre, en la noche justo antes de los bosques, nos espera el hombre convertido en un lobo para el hombre. Así, como si nada.