LA OBRA: Título: ‘La puerta de al lado’. Autor: Fabrice Roger-Lacan. Intérpretes: Silvia Marsó y Pablo Chiapella. Dirección y adaptación: Sergio Peris-Mencheta. Música en directo: «Litus». Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Escenografía y vestuario: Elisa Sanz. Representación: Teatro Circo Murcia (TCM), sábado 5 de noviembre de 2016. Calificación: Muy divertida.
En esta historia de amor que se cuenta en ‘La puerta de al lado’, por la cual lo lógico es que, en principio, nadie dé ni un euro ni siquiera por mandato del Tribunal Constitucional, porque sus protagonistas supuestamente pegan menos juntos –incluso mucho menos– que Luis de Guindos con Ivonne Reyes, ni su autor, el francés Fabrice Roger-Lacán –‘nietísimo’ del gran Jacques Lacan–, ni su adaptador y director, el también actor Sergio Peris-Mencheta, se permiten el menor atisbo de romanticismo, ternura o mermelada de ciruela; ni asomo de algo así como un toque directo al corazón en plan Meryl Streep y Clint Eastwood en ‘Los puentes de Madison’. No, en esta comedia ‘deconstruida’ de guerra de sexos, en esta comedia ‘deconstruida’ de sofás de diseño, lo que abunda es mucha soledad y una gran necesidad, casi imperiosa necesidad, de encontrar el amor.
Eso es la divertidísima ‘La puerta del al lado’: una comedia, escrita con un lenguaje endiabladamente chispeante y agudo, sobre dos seres muy solos que anhelan encontrar a sus almas gemelas –una chorrada universalmente aceptada–, y entre los que, increíblemente porque son dos seres visceralmente opuestos, surge ese misterio llamado ‘flechazo’ y se desata, contra todo pronóstico a lo Paulo Coelho, el arranque de un despliegue de química entre ambos cuerpos&mentes&almas.
Pero es también ‘La puerta de al lado’ una reflexión, en clave de agradable baile en el jardín y a la luz de la luna –es decir: huyendo de cualquier dramatismo–, sobre el tormentoso anhelo que también tenemos de ser aceptados como somos, sin que nadie pretenda cambiarnos en absoluto. Y un ejemplo de la incomunicación y la falta de empatía entre bípedos humanos –con los del mismo sexo y con los del contrario– que se viene extendiendo como una undécima plaga en plena sociedad cada vez más encantada con lo virtual y en la que los encuentros tú a tú se vienen sustituyendo por los digitales.
La dolorosa incapacidad para la comunicación humana, incluso entre miembros de la misma pareja, que ya planteaba Ionesco –¡oh!– en ‘La cantante calva’, se ve ahora acompañada por la esperanza y la fe depositada por un creciente número de fieles, sobre todo urbanistas, que acuden a la oferta salvífica de las páginas de contactos amorosos en la Red. He aquí la solicitada nueva Virgen de Lourdes del siglo XXI: internet no le abandona.
En ‘La puerta de al lado’, que cuenta con el acierto de la música en vivo de Litus, los personajes a los que dan vida, con notable gracia, desparpajo y acierto, Silvia Marsó y Pablo Chiapella son vecinos. Ella es una pedante y estricta psicoterapeuta de éxito, y él un jefe de ‘marketing’ de una empresa de yogures que vive entregado al hedonismo y al «vive y deja vivir». Cuando se conocen, primero se detestan, si bien, finalmente, arde –o terminará ardiendo– Troya de pasión. Qué bien, misión cumplida, así es que ¡hala, buena suerte!