7 de noviembre de 2016
ESPECTÁCULO. Título: ‘¡Chist!’ (antología). Textos, música, arreglos y dirección: Les Luthiers. Iluminación: Bruno Poletti. Intérpretes: Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés, Martín O»Connor y Horacio Tato Turano. Representación: Auditorio Víctor Villegas. Lunes 7 de noviembre de 2016. Calificación: Muy bueno.
Aparecen los cómicos/músicos/cantantes de Les Luthiers en escena, y el público se deshace vivo en una cariñosa ovación que, a partir de ese momento, se repetirá constantemente. Claro está que los espectadores que acuden año tras año, década tras década, y ya mismo siglo tras siglo al reclamo jovial y entrañable de los argentinos menos pesados y mejor recibidos de planeta, está integrado en su práctica totalidad por forofos insobornables que se han malcriado a base de un humor fino y con talento. Y son unos mimados.
Yo mismo mataría, por ejemplo, al necio de turno que se atreviera a decir una sola palabra en contra de ese sinvergüenza, de ese canalla, de ese fresco, de ese plagiador, de ese descaradado, de ese trepa, de ese mediocre sin igual, de ese compositor irrepetible llamado Johan Sebastian Mastropiero, a quien amamos por encima de todas las cosas porque le debemos un tropel de carcajadas medicinales que curan sin dolor los males del alma.
Te ríes mucho disfrutando de la antología ‘¡Chist!’, con la que han regresado a Murcia; te relajas, te sientes como en casa, entre amigos, entre ingeniosos juegos de palabras y un trabajo excelente de Les Luthiers, que siguen en su línea: ‘sketches’ muy cuidados y hábiles, alta dosis de escepticismo, nula intención de adoctrinar, relativismo positivo y humanidad a raudales. Son ya muchos los años disfrutando con Les Luthiers y, como el tiempo, que es cruel, no perdona, la muerte nos dejó sin Daniel Rabinovich, que ha sido sustituido, la verdad es que con mucho acierto, por Martín O’Connor, que canta tan «como los ángeles» que, la verdad, si en algún momento del espectáculo nos hubiese interpretado completa, por ejemplo, la romanza ‘Por el humo se sabe dónde está el fuego’, o incluso ‘Doña Francisquita’ entera, tan contentos que nos habríamos puesto. Qué imponente registro lírico el suyo, y qué grandes dotes para la comicidad. Estuvo espléndido en todo momento.
‘¡Chist!’, la antología estrenada en 2011, ofrece algunas –entre tantísimas– de las mejores piezas de la trayectoria de Les Luthiers. Y logra el resultado habitual: qué bienestar, qué gran triunfo sobre el abatimiento y qué certeras palabras inventadas –»fusilánime», por ejemplo–. Arranca ‘¡Chist!¡ con una pieza estrenada en 1994, ‘Manuel Darío (canciones descartables)’, con la que hace su presentación O’Connor dando vida a un conocido cantautor de música popular; magnífico en este número Marcos Mundstock como Franz Oppenheimer, prestigioso profesor de Música a quien Manuel Darío llama ¡‘López Jaime’! Por cierto, ambos vuelven a estar magníficos en ‘La hija de Escipión (fragmento de ópera)’–por supuesto del maestro Mastrpoiero– dando vida a Daniel ‘El seductor’ (O’Connor), que acude a cantarle a su ventana a Juana María del Sagrado Corazón, y a Escipión (Mundstock), quien se niega a que su hija sea cortejada por cualquiera… que no tenga dinero.
También ellos protagonizan ‘La comisión’, que cuenta la tronchante reescritura de un himno nacional solicitada por el partido corrupto en el poder, cuyo desarrollo se va intercalando en diversos momentos del espectáculo y a cuyo elenco se suma, dando vida al compositor, el grandioso Carlos Núñez Cortés. Qué grandes tambien Carlos López Puccio en ‘Los jóvenes de hoy en día (r.i.p. al rap)’, y Jorge Maronna en la propina con la que se cierra el espectáculo, el delicioso número musical ‘Rhapsody in Balls’, perteneciente al espectáculo ‘Lutherapia’. Un genial mano a mano entre el piano de Carlos Núñez Cortés y el impresionante bolarmonio, artefacto musical de viento construido con dieciocho balones de voley y que convierte a Maronna en un ‘tocapelotas’ de gran e hipnótico virtuosismo.
Todo muy bien, pero, ay, por qué nos dejaron sin el inmenso placer, desternillante placer, apoteósico placer, de volver a escuchar a Nuñez Cortés metido en el pellejo de esa maravillosa negra ciega cantante de jazz que protagoniza ‘Quién mató a Tom McCoffee’. Ni que decir tiene que el público que llenaba el lunes el Víctor Villegas, en la primera de las tres funciones que ofrecen en Murcia, los despidió, en pie, con otra rotunda ovación de lujo. ¡Mastropiero, cabronazo, vuelve pronto!