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Antonio Arco

Una palabra tuya

Ha sido papá

5 de junio de 2016

(La fortuna amasada por los derechos de imagen de Leo Messi debería ser devuelta a quienes confiaron en ella)

Pepe H / Nacho Rodríguez

No hay tonto de capirote que no niegue que se esté chupando el dedo, como ahora mismo no hay listillo con más o menos caudal de luces que no se haga, de los huesos cuneiformes de los pies a la zona parietal del cráneo, el riguroso lelo de manual cuando lo pillan formando parte de ese club social tan concurrido y tan de moda: el de cuantos quieren tomar por boba con fruición, defraudándola sin piedad hasta dejarla en cueros, a la toreada Hacienda, que seguimos siendo todos, incluidos los pobres que cada vez más son multitud y que también están ‘gozando’ de su momento de expansión y gloria.
Los defraudadores, corruptos y presuntos corruptos indecentes son legión hispana y una sonada plaga, no menos peligrosa y deleznable por el hecho de que nos resulte familiar: mucho político de medio pelo o directamente calvos de honradez o calvos sin más ni más, actores que van de ejemplares y que nos cuentan sus milongas pero nos esconden sus desmanes e inmoralidades, sopranos de las que se comían los escenarios y también todo cuanto les pusiesen en los platos sin fondo, funcionarios echados a perder que viven para amasar dinero, conseguidores de favores del poder sin problemas para lamer egos y otras miserias humanas, constructores con o sin yate pero sin vergüenza ni mesura, respetables madres de familia que se han ido doctorando en echarle mucho morro lo mismo a los guisos que a sus cargos de responsabilidad; exdiputados y otros representantes públicos que presumen sin recato alguno de su ideario de virtudes y de su fe católica, a la que avergüenzan con sus actuaciones de pandilleros y negociantes en la sombra; empresarios cantamañanas; abogados de mucho postín, finísimos ellos; infantas locas de un amor imposible de doblegar, maridos de infantas que no se las han visto más altas ni entregadas a muerte, y que no la han podido liar más parda; exministras que ven bueyes volando y los confunden con los ‘lacasitos»…
A este coro de arcángeles benefactores que nos ha tocado en suerte, y que nos la quieren dar con queso, poniendo carita de ídem y lavándose las manos con todo descaro y ejemplaridad mal encarada, se ha sumado un dios del balón, un todopoderoso del fútbol, un ídolo de masas –¡qué gran invento las masas, siempre tan amantes del progreso, las Humanidades y los valores democráticos!–, un hijo de su padre al que llama papá con ternura, con admiración, con amorcito de hijo, con lealtad filial, papá, papaíto, papi, papito…
A Leo Messi hemos llegado, sí señor. Otro inocente de toda culpa perseguido injustamente por la Justicia, que debe ser más de tenis que de fútbol y a lo mejor por eso la ha tomado con este gran hijo de su padre, que se llama Jorge Horacio de mi alma, y para el que el abogado del Estado llamado Mario Maza –que se declara fan total del hijo goleador, pero no memo ni nacido para tragárselas como puños– ha pedido veintidós meses y quince días de cárcel por defraudar 4,1 millones de euros ocultando los ingresos millonarios que conseguía su productivo retoño, con el que sin duda le tocó el Gordo de la Lotería en su mejor año, con la explotación comercial de sus derechos de imagen.
Lo mismo que pide también para el futbolista del Barça, a quien otorga credibilidad cero en su empeño por hacerse el memo y de quien dice que actuó como una especie de ‘capo criminal’, si bien con cara de no saber contar más de cuatro o cinco magdalenas seguidas, en el sentido de que conocía tan ricamente el alcance del fraude fiscal del que se benefició.
Messi atribuye a papá la gestión de sus asuntos financieros, sin que, de ser así, muestre el más mínimo estupor por el comportamiento de su progenitor, a quien el hecho de convertir a su idolatrado retoño en un delincuente desagradable no parece que le quitase el sueño a pata suelta sobre el lecho de su futura jubilación más que resuelta. O sea, si la honradez y la decencia siguieran teniendo valor, que parece que no, la fortuna amasada por sus derechos de imagen debería ser devuelta a quienes confiaron en ella. Porque o Messi es un –presunto– sinvergüenza, o lo es su padre-papá-papito o lo son los dos, que tantísimo se quieren.

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Sobre el autor

Junto a una selección de entrevistas y críticas teatrales, el lector encontrará aquí, agrupados desde enero de 2016, los artículos de Opinión publicados los domingos en la contraportada de ‘La Verdad’, ilustrados por el fotógrafo Pepe H y el publicista y diseñador gráfico Nacho Rodríguez. Antonio Arco estudió Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural y crítico teatral, una selección de sus trabajos periodísticos se recoge en los libros de entrevistas ‘Rostros de Murcia’ (1996), ‘Mujeres. Entrevistas a 31 triunfadoras’ (2000), ‘Monstruos. Entrevistas con los grandes del flamenco’ (2004), ‘Sal al Teatro. Momentos mágicos del Festival de San Javier’ (2004) y ‘¿En qué estábamos pensando? (Antes y después de la crisis. Entrevistas con filósofos, poetas y creadores)’ (2017). Finalista de los premios ‘La buena prensa' 2016.


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