10 de abril de 2016

(Hasta este punto de país sin cabeza juiciosa hemos llegado. ¡Enhorabuena a todos, campeones!)

Pues ya está: hasta este punto de país sin cabeza juiciosa o a lo vaca sin cencerro que marque un rumbo óptimo que nos rescate del vértigo hemos llegado. ¡Enhorabuena a todos, campeones! Ya lo dice este otro, Rafael Hernando, quien aunque no lo parezca ejerce de portavoz del PP en el Congreso, eso sí en perfecto estado de somnolencia: «Y todo esto ‘pa ná’». Si bien mucho peor es que lo dijera Paquirri en sus circunstancias finales, que por nadie pasen: «Tanto luchar, tanto luchar… ‘y tó pa ná’. Y llegados a este punto, va a resultar que Rajoy/Presidente en funciones, incluso teniendo la cabeza como la tiene –también en funciones–, no iba tan desencaminado al hacerle caso a su espejito mágico, el que lleva en la mano izquierda, porque ya saben que con la derecha sujeta el ‘Marca’, y decirse a sí mismo en su soledad de Moncloa: «Yo le digo a Su Majestad, con respecto a la patata caliente, que paso palabra y que me libero a mí mismo, como adulto que soy, de tener la pelota en mi tejado. Yo, a lo que me voy a dedicar, en plan James Stewart encarnando al fotógrafo L. B. Jefferies, es a observar desde la distancia como Caín/Podemos y Abel/PSOE, supuestamente de izquierdas ambos (?), se dan fuerte entre ellos con una quijada de burro que llevará tatuada la tez de Albert Rivera, toda vez que se pondrán a hacer el asno sordo y a insuflarle ánimos a la derecha, que soy yo mismo y mis circunstancias».
Y ya tiene el hombre la pelota a sus pies, y el país sin vender una escoba ni en Europa, ni en América Latina, ni en los países árabes, y ni siquiera en Cuba, que vamos a dar lugar a que nuestra política internacional se resuma a intentar que no nos birlen de noche Ceuta y Melilla. Estando España sin cabeza, otro cerebro privilegiado, nada menos que el de María Dolores de Cospedal, ha resucitado de entre los que estaban callados esperando a ver lo que tardaba la quijada de burro en dejar en evidencia a los partidos que decían apostar por el cambio. Y lo primero que ha dicho, pues a ver, así, de entrada, si uno no se para a pensar… resulta que puede parecer una verdad verdadera: «Estamos hartos de tanto ego pero estamos dispuestos a dialogar».
Sí, qué lucidez la suya. Pero, ¡oh!, alto el carro de heno: no se refiere Cospedal a los suyos, a los propios, a los que ampara bajo su suave manto. Que se refiere a los otros: a los egos de PSOE, Ciudadanos, Podemos… En fin, que otra vez será: lo de que diga algo razonable Cospedal, no arrojemos la toalla que mucho más perdieron los 300 de Leónidas y no se quejaron tanto, sobre todo después de que los aniquilaran.
Estamos sin cabeza para lo importante pero eso no evita que muchos pongan los cinco sentidos en ver cómo dejan de pagar impuestos, no vaya a ser que por hacerlo les dé un mareo o incluso gases, que es sabido que los españoles somos muy sensibles, de lágrima fácil, cuando se trata de dinero, que nos lleva fritos. Son muchos los que no se resignan a dejar de burlar a Hacienda, por la gloria de sus madres patrias, y se montan en la primera diligencia que sale rumbo a un paraíso fiscal, o se hacen los suecos, o se hacen ‘la Caballé’ o se ponen la corona por montera; o, también, ahora hemos sabido, para que no nos dé tiempo a aburrirnos ni un momento, que hasta el mismísimo Imanol Arias –¿tú también, Antonio Alcántara, con los años que llevamos tragándonos ‘Cuéntame’ sin rechistar?– tuvo una cuenta ‘offshore’ en la isla de Niue, en el Pacífico Sur, entre noviembre de 1998 y julio de 2000.
Todos los que aparecen en los ‘papeles de Panamá’ dicen estar al día despejado con Hacienda e irse a la cama con la conciencia tranquila tras tomarse que menos que algún somnífero, pero el caso es que usted y yo, tontos de baba, no sabíamos hasta hora ni un poquito de dichas cuentas ‘offshore’. Andamos sin cabeza o con la cabeza perdida, que así la tiene este menda que gobierna (?) en Venezuela –donde si Rómulo Gallegos levantará la suya no daría crédito a tan abrumador esperpento–, apellidado Maduro y que se dedica a insultar a Rajoy, al que lleva de cabeza, de un modo que resulta a su vez insultante para todos los españoles de cualquier ideología. ¡Por favor, Rey Don Juan Carlos, amigo para siempre, dígale usted al loro que se calle!