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Antonio Arco

Una palabra tuya

Se vuelve a sentar

31 de enero de 2016

(La Audiencia de Baleares dice que sí, que la Infanta a juicio)

Pepe H / Nacho Rodríguez

De momento, mientras se desquitan del disgusto, que vayan de la manita la Fiscalía General del Estado y Hacienda –que justo cuando creíamos, como corderitos llevados al matadero, que Hacienda éramos todos, aparece doña Dolores Ripoll para decirnos, con la razón de peso que le da el haberse sacado ella solita la oposición a abogada del Estado, que si somos tontos de baba, nos lo hacemos o qué coño nos pasa–, a ver si el inverosímil agente secreto Ethan Hunt, que luce idéntica cara a la de Tom Cruise, les atiende. ¿Y con qué fin? Pues con el de que acepte hacerse cargo de esta otra ‘misión imposible’ en la que parece haberse convertido lograr que la Infanta Cristina de Borbón –esa mujer mitad subida al burro a machamartillo, mitad enamorada sin remedio a lo Fanny Brawne–, quede inmaculada por las buenas y sin la menor sombra de sospecha de que se haya podido beneficiar de lo que no es suyo por cuna, y, ya de paso, a ser posible lograr también que no se la moleste para nada hasta la hora de la cena en todo lo que tenga que ver con el fuego saqueador desatado por Iñaki Urdangarin, su marido y ese hombre, que no tiene vergüenza, ni voto de pobreza, ni ánimo de lucro, ni tiene por dónde cogerlo.
Nada, que la Audiencia de Baleares dice que sí, que la Infanta a juicio y que se dejen de marear la perdiz, el sentido común y la ciudadanía española, que está hasta el ombligo de la nuez moscada de que, cuando el juego no anda entre bobos, anda entre ladrones, salidos del arroyo o con pedigrí.
La hermana de Felipe VI seguirá calentando el banquillo del ‘caso Nóos’, aunque sea sentada con mucha distinción, porque no ven razón para lo contrario tres juezas que no están para perder el tiempo y que la mantienen imputada por dos delitos fiscales por mucho que siga ocupando el sexto lugar de la línea dinástica. O sea, que no hay privilegios que valgan, que todos somos iguales ante la Ley, que no hay peor ciego que el que no quiere ver y que allá él, y que es un alivio que la Justicia demuestre en la práctica que –a veces– es independiente, que –en ocasiones– es justa y que –ojalá lo fuese siempre– es insobornable. Que Iñaki Urdangarin se aprovechó de que su suegro no era precisamente pobre de solemnidad, ni se apellidaba Morcillo de primero, es una evidencia tal que yo creo que no podrá negar ni siquiera la de ‘Hacienda resulta que no somos todos’, de la que quién nos dice que un día no escuchemos decir por su boca que no tenemos que hacerle caso a Stevie Wonder y sí ponernos de mojitos hasta las cejas antes de amorrarnos al volante. Tiene razón, a ver si vamos ya aprendiendo a no tomarnos en serio los trucos publicitarios, y empezamos a ejercer de mayorcitos para según qué cosas de alta política y de altísimas cifras de grados insoportables de corrupción, Valencia fallera mediante.
Lógicamente, la Infanta no estará celebrándolo, pero ese es su problema y no el nuestro, que ya hemos tenido bastante con vivir en la hinopia. Sobre su futuro pende la posibilidad de una condena de ocho años de prisión, que es lo que pide sin que le tiemble el pulso la acción popular que ejerce Manos Limpias, eso hasta que se demuestre lo contrario. Hasta el mismísimo fiscal Pedro Horrach, que tiene más moral que el último mohicano, reconoce que la resolución de las tres magistradas, que evita que la hija de Don Juan Carlos y Doña Sofía pase a mejor vida sin ‘comérselo’, está sostenida sobre una argumentación técnica audaz. Las juezas Samantha Romero, Rocío Martín y Eleonor Moyá, por unanimidad, son un ejemplo de que, sin necesidad de cuotas de género, paridad y otras modas, en este país hay cosas que funcionan con naturalidad, que es siempre el mejor modo de que funcionen.
El abogado de ella, Miquel Roca, anunció con su cara habitual de Miquel Roca –y con eso ya está todo dicho–, que protestará la resolución judicial, no por ello sin lamentar enormemente, en fondo y forma, que se someta a su cliente a la ‘pena de banquillo’, con lo cual este caballero está presuponiendo la mala fe del tribunal. Al menos no ha vuelto a tratar a la Infanta de tonta, y a todos los demás como a niños ídem, soltándonos la cantinela, con música de Max Steiner, de que lo único que hizo ella es ejercer de esposa enamorada y entregada que confía y confía y vuelve a confiar.

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Sobre el autor

Junto a una selección de entrevistas y críticas teatrales, el lector encontrará aquí, agrupados desde enero de 2016, los artículos de Opinión publicados los domingos en la contraportada de ‘La Verdad’, ilustrados por el fotógrafo Pepe H y el publicista y diseñador gráfico Nacho Rodríguez. Antonio Arco estudió Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural y crítico teatral, una selección de sus trabajos periodísticos se recoge en los libros de entrevistas ‘Rostros de Murcia’ (1996), ‘Mujeres. Entrevistas a 31 triunfadoras’ (2000), ‘Monstruos. Entrevistas con los grandes del flamenco’ (2004), ‘Sal al Teatro. Momentos mágicos del Festival de San Javier’ (2004) y ‘¿En qué estábamos pensando? (Antes y después de la crisis. Entrevistas con filósofos, poetas y creadores)’ (2017). Finalista de los premios ‘La buena prensa' 2016.


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