LA OBRA. Título: ‘Los caciques’. Autor: Carlos Arniches. Versión libre actualizada: Juanjo Seoane, Ángel Fernández Montesinos. Intérpretes: Juan Calot, Óscar Rodríguez, Víctor Anciones, Marisol Ayuso, Raúl Sanz, Juan Jesús Valverde, Elena Román, Fernando Conde, Alejandro Navamuel. Escenografía y vestuario: Alfonso Barajas. Iluminación: Carlos Alzueta. Videoescena: Álvaro Luna. Dirección: Ángel F. Montesinos. Representación: Teatro Romea, sábado 16 de enero de 2016. Calificación: Interesante.
Vista hoy ‘Los caciques’, en 2016 y con la deprimente y sangrante epidemia de corrupción y de chorizos amparados por las urnas y sedientos de quedarse con el dinero que no es suyo que venimos soportando, provoca un sentimiento agridulce. Te ríes a veces, claro que sí, pero maldita sea la gracia que tiene el puto temita. Se nota en el público que estamos todos hartos; a excepción, faltaba más, de los corruptos en sí mismos y de sus procesiones de devotos: los estómagos agradecidos, los suegros, los tontos aduladores que chupan del bote, los tontos sin más que encima no chupan, los ignorantes de turno que no se enteran de nada… Llevamos mucho tiempo de toreo político a pleno sol, tragando a la derecha y a la izquierda, por el centro y… ¡glups, dentro! Hartos del asalto al dinero público, del clientelismo y el enchufe que se da con desparpajo y desvergüenza en corporaciones municipales y gobiernos, de la mala gestión de los recursos, de los sobornos, del 3% como mínimo, de tanto sobrecito de Bárcenas, pagos en B, listillos, repeinados, sufridoras esposas… Hartos de tan pocos escrúpulos.
Se notaba esa sensación de hartazgo en buena parte de los espectadores que asistieron en la noche del sábado, en un Teatro Romea que lucía como una joya, a la representación del montaje de ‘Los caciques’, de Arniches, que ha puesto en pie el maestro de la dirección, y hoy el más veterano de los directores de escena españoles, Ángel Fernández Montesinos, sin la menor duda un murciano ilustre.
Montesinos ya había dirigido ‘Los caciques’ en 2001, con un inmenso José Sazatornil ‘Saza’ que se salía del escenario y al que te daban ganas de llevarte a tu casa a merendar para que te alegrase la tarde y la vida perra (más o menos). Ahora, el director murciano –un hombre de una elegancia y un saber estar, dentro y fuera de escena, admirables–, ha hecho una versión libre del texto, ayudado por ese otro veterano ciclón de sabiduría que es el productor Juanjo Seoane, y se ha quedado con nueve de los veintitrés personajes originales y con un texto depurado que no pierde su esencia.
Lo dijo ya Arniches en 1920 por boca de Pepe, el personaje que ahora interpreta Fernando Conde, que actúa en un milagroso estado de gracia que hace que la función se eleve cuando él está en escena. Lo que dice: «Los españoles no serán felices hasta que no acaben con los corruptos y con los caciques». Y ahí andamos, en una especie de limbo ciudadano repleto de altibajos de entusiasmo, esperanzas que se diluyen rápidamente, nuevos vendedores de crecepelo, y la misma olla de grillos de casi siempre en la que nadie parece muy dispuesto a escuchar. ¡Pero si hasta tenemos a una infanta asistiendo a juicio, y no precisamente porque la doña no tenga mejor cosa que hacer en la vida!
‘Los caciques’, que Montesinos ha arropado con música de pasodoble y con un guiño sonoro a ‘Psicosis’, de Alfred Hitchcock, es una comedia de enredo que, entre col y col, sirve al público una crítica feroz de ciertos comportamientos que, lamentablemente, parecen ser muy españoles. Una tragedia grotesca, podríamos decir, que se desarrolla en una localidad cualquiera que lleva décadas siendo gobernada por el mismo alcalde corrupto, vivales y, por supuesto, campechano y lector del ‘Marca’.
Rodeado de los típicos lamezapatos que todos conocemos –aaarrrggg–, y apoyado en sus fechorías por otros mendas de su equipo, se le notifica de pronto la llegada de un inspector de la capital que viene a analizar las cuentas de su Ayuntamiento. Y, claro, piensa según sus costumbre: ¡Lo compro y punto pelota! No obstante, quienes se dejan caer por allí primero son el joven Alfredo y su tío Pepe, con el propósito de solicitar la mano de Cristina, sobrina huérfana del regidor. A estos dos pájaros con buen corazón los confundirán con los enviados desde Madrid, y ya tenemos el malentendido listo para que se vivan situaciones a las que todos los actores se enfrentan con soltura y profesionalidad.