El gran escritor Juan José Millás tendrá hoy el honor de convertirse en el
primer asteroide de la Muy Noble y Leal Orden del Gran Meteorito de Molina de Segura. Con esto se consumará un disparate creativo y necesario para los tiempos que corren. Hace unos años, una de las integrantes de ese grupo, que
se ha dado en llamar “Los Autores del Meteorito”, Marta Zafrilla, concluyó, en un arrebato de lucidez, que el hecho de que haya una decena de escritores, vecinos de esta localidad, que publican en editoriales importantes se debe a un meteorito que cayó en la Nochebuena de 1850.
Los efluvios de este meteorito conformaron la semilla germinal de tanto
caudal artístico. El año pasado en Molina se inauguró el Paseo de las
Letras, como en Hollywood, pero con estos local heros. Servidora se llevó a los meteoritos de bolos mediáticos; y en uno de éstos, el genial Masotti se inventó aquello de la Radioescribidad. En otras palabras: el efecto secundario que ocasionó el famoso meteorito en los escritores molinenses.
Este pedrusco sideral, el más grande caído jamás en la península ibérica, se
encuentra desde el siglo pasado en el Museo de Ciencias Naturales de
Madrid. Curiosamente, frente a este museo había un quiosquillo, una especie de padrinito, esos locales que hay en latinoamérica, sin paredes, sin
horarios, que sirven refrigerios y consuelo para el alma de los errantes.
En ese lugar se reunía habitualmente toda la generación del 27. Disparate o no, este meteorito bien podría proceder de alguna galaxia evolucionada,
enviado por alienígenas ilustrados que, en tiempos de convulsión social,
quieren que nos refugiemos en el siempre caliente, húmedo y reconfortante
mundo de las letras.
Que un fenómeno de este calibre no tenga apoyo económico por parte de la
Administración Autonómica es algo que no entiendo ¿Tan difícil es encontrar unas perricas para apoyar esta iniciativa? ¡Qué se yo! unos 6.000 euros para que nuestros meteoritos viajen a Madrid y los conozcan los medios de la capital, por ejemplo.
Me parece muy bien que nuestra región la visiten músicos y artistas de nombres inverosímiles, sajones, flamencos y holandeses pero ¿Qué pasa con el talento interior? ¿Por qué no creamos una industria de la fantasía y el arte? ¿Por qué no relacionar el nombre de Murcia con la genialidad? ¿Un Silicon Valley de mentes creativas que den algo de luz a estos días del miedo e incertidumbre?.
Que el meteorito nos asista y que ilumine a quien sea menester. Mientras tanto, que la radioescribidad nos acompañe.