Déjame entrar
Saber tu sabor
comer de tu
mano
beberme
tu amor
Déjame entrar,
sin enamoramientos
ni expectativas,
sin vanidad,
sin cortapisas
Esta niña mala,
Alicia de sus
espejos, sólo
siente curiosidad.
Qué será de tu piel
en mi viente,
Cómo gemirás
al ritmo caliente,
cómo será tu
simiente.
Alicia golpea
en tu espejo y te
pide –sobre el cielo
de tu boca, sobre
tu frente algo cansada,
sobre tu pecho inédito,
sobre la perla
de los instintos–
Déjame entrar, maldita
sea,
déjame entrar.
La imagen es de Stevan Meisel