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Lola Gracia

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Sexomnia y la fascinación por lo prohibido (Repita conmigo: “No puedo evitarlo”)

Hillary Swank para Stevan Meisel

Hillary Swank para Stevan Meisel

No soy Sexomne. Así que si una, en un alarde de lujuria, hace tocamientos sucios los hace con todas las consecuencias. La sexomnia es como el sonambulismo, sólo que en lugar de levantarse, abrir la nevera, pasear por la casa o coger el coche y seducir al vecino que trabaja en una tienda 24 horas (ver “La vida secreta de Pippa Lee”), el sujeto víctima del asunto se dedica a realizar felaciones, cunnilingus, palpamientos y otras guarrerías deliciosas a su vecino de habitación o lecho. De acuerdo: uno no comparte lecho con alguien que no es de su entera confianza, pero imagínate que, qué sé yo, me durmiese un día sentada junto a Andy García y me diese, qué se yo, por besarle en el cuello ¡Ay, bendito! Quien dice Andy García, dice Olivier Martínez o Jonathan Rhys-Meyers. ¡Ah, se siente! ¡A mi que me registren, ha sido la Sexomnia! Tengo la excusa perfecta.

Ahora que se cumplen 40 años de El Padrino estoy segura que Coppola rodó semejante obra maestra desde el subconsciente. Es imposible tanta perfección en alguien de tan sólo 32 años. Era cineastasomne; es la única explicación.

Si algo tienen en común el sexo, real o soñado, con las películas de mafiosos es esa fascinación por lo prohibido. Incluso las esposas de los afectados por el Sexsomnio prefieren a los maridos así, en la inconsciencia total. Vamos, que es el único modo de que ellos conviertan sus sueños más húmedos en realidad. Y, por supuesto, si te saltas las normas a la torera no tienes más remedio que hacerlo porque eres de la Mafia.

El éxito de las pulsiones subconscientes o anhelantes llevadas al terreno del arte (majas desnudas, Mapplethorpe, los shungas japoneses) y el éxito de las películas de El Padrino tienen la misma base: la tentación de romper lo establecido ¿Por qué nos gustará tanto lo clandestino, el terreno vedado, lo ilegal? Ah ¿Que usted no es de esos? ¿Que usted es un santo/a?. Pues yo no, qué quiere que le diga. Cierto, “el todo vale” resta emoción a traspasar los umbrales de las ansias. Hacerse rico y famoso sin pasar por la escuela de los realities y sin seguir una vida “comme il faut” es muy seductor ¿No sería maravilloso llegar a la cima, vestir trajes de 1.000 euros, vivir la gran vida y dejar el manto de la mugre cotidiana para los otros? Los otros somos usted y yo, probablemente.
Puede resultar obsesivo el trecho que separa la realidad y el deseo. En algunos casos es francamente infraqueable, por eso tenemos el cine, las canciones que nos hacen soñar. Por eso adoramos la osadía, el atrevimiento, la deshinibición. Incluso usted que de puertas a fuera lo negará siempre pero que, por dentro, se repetirá en la oscuridad, como una letanía, como un mantra que justificará sus propios actos, como un sexomne y como sentenciaba el conde de Valmont: “No puedo evitarlo”

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


marzo 2012
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