Preocupante, señores. El stocks de huevos toca techo. Literalmente. Tanto gallina suelto por las Españas, tirando balones fuera cuando las cosas se ponen chungas, y nosotros nos quedamos sin huevos. ¿Cómo es posible? Muy
fácil: esos gallinas que señalan al vecino de enfrente para que apechugue con los problemas, que claman al cielo con un “a mí, que me registren”, ésos, no ponen. Son gallinas cluecas acostumbradas a sacar pechuga, a pavonearse en los corrales mediáticos y a llevárselo calentito. Nada de huevos. En todo caso, molondroscos monumentales que terminaremos por pagar todos. No han dejado ni para una mísera tortilla.
Pero a lo que iba. Que no hay huevos; que con la entrada en vigor de la nueva normativa europea de bienestar animal, las aves precisan jaulas más amplias. A más jaulas, menos gallinas. Y como hay menos gallinas el precio de los huevos ha subido más del 50% en el último año. ¿Lo han notado? Yo no, porque después del último incremento combustible me dio tal paralís que se me insensibilizaron las meninges. Desde entonces, nada me turba. Y mucho menos unos huevos, así sean de la talla XL.

Digo yo que esto es como lo de las bolsas. Si las grandes superficies están tan concienciadas por el medioambiente, que eliminen el plástico de toda su cadena de distribución. Pero de toda. ¡A ver los listos dónde iban a guardar los champús y el suavizante! ¡A ver como iban a envasar los San Jacobos! ¿Lo ven? No hay huevos y tampoco hay vergüenza.Lo fácil es hincar los colmillos y desangrar a los de siempre.
A mí no me importa que suban los huevos siempre y cuando la gallina esté –de verdad, de verdad de la buena— tan agustico en su jaula. Es más: estoy por apadrinar a unas cuantas, encargarles pienso delicatessen y ambientarlas con música variopinta mientras incuban. Un día, la cantanta 147 de Bach; otro, Miles Davis; al siguiente, a Celia Cruz; y para que se relajen, el tema de amor de Spartacus tocado por Bill Evans. Inenarrables manjares saldrían de esos culos.

Para que observen lo sabia que es la naturaleza. Unas ponen proteínas de alta calidad y otros excretan marrones que nos salpican a todos.
Las granjas españolas están que lo tiran porque los rusos compraron huevos a montón la pasada Pascua para sus fiestas y decoraciones. Miren por dónde un sector económico de nuestro país que está en alza: el avícola. Las gallinas llegan donde no lo hacen nuestros supuestos líderes, que lo han perdido todo: el carisma, la gallardía, la nobleza, el ímpetu y la fuerza. Un buen gallo es lo que necesitamos. Cresta, nervio, temple, y que ponga orden en este corralito del desastre. ¿Quién sabe? Lo mismo hoy es un tierno pollito de los que cantan pío, pío.

La foto es de Gastronomía y Cía