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Le robo esta frase a Carmen Posadas de un artículo que escribió hace un tiempo en un “extra” de prensa que podriamos titular: “Es maravilloso ser madurita”. Lo gracioso de la cuestión es que Carmen decía que no era tan maravilloso y que algunas se niegan a considerarse como tales ¿El resultado? Féminas de 65 con un piercing en el ombligo y amigas que le sueltan el consabido “Ché, sos una desubicada”.
Me encanta la fina ironía de Carmen Posadas y su realismo. Coincido con ella. No sé si los hombres las preferirán rubias, pero, desde luego, siempre las prefieren jóvenes. Y cuando llegan a la pitopausia, ni te cuento.
Posadas aludía a que hay jovencitos que merodean a las maduras a los que le resultan tan atractivas sus patas de gallo como los ceros de su cuenta corriente.
Estoy segura que a Carmen (que está estupendísima, con un tipo de impresión) le rondan los yogurines de vez en cuando, pero, la mujer que es modesta y no se lo tiene nada creído, hace oídos sordos. Sin embargo, hay otras que no le ponen “peros” a unos veintitantos.
Yo no me opongo a nada. Que cada cual haga lo que le parezca con su cuerpo y su fondo de pensiones pero resulta patético y desubicado el afán de algunas mujeres y hombres por negarse a cumplir años y asumir que no son adolescentes. Por no decir las ingentes cantidades de dinero que han de invertir en que el palmito –y su mentira de la eterna juventud– no se venga abajo.
Lo que estaba socialmente admitido en los hombres, ahora también en las mujeres…Y, vale, estupendo. Ya estoy hasta el moño de ver tipos más viejos que Matusalén agarrados a una pimpolla de 21 ¡Que también lo hagan las mujeres! pero creo que ellas lo hacen con la cabeza fría. Suelen ser más autocríticas y desconfiadas. Sin embargo, hay octogenarios que todavía aspiran a fecundar la tierra (toda la tierra).
Puede que el amor sea ciego pero ¿Ciego?¿Necio? ¿Y desubicado? ¿Todo a la vez?
Sería bueno contar con un sensor que nos dijera cuando el amor es amor del bueno, y no un sucedáneo sin corazón.