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Lola Gracia

Vivir en el filo

Desnudez perversa


 


Dios nos expulsó del Paraíso.  Y entonces llegó la vergüenza, el pudor por la propia carne y los taparrabos. La culpa fue de la mujer, ya lo sabéis. Eva, que era muy picarona, incitó a Adán a morder del fruto prohibido y un ángel exterminador  alzó su espada de fuego y los mandó con viento fresco al mundo real. Y aquí estamos. Jodidos desde entonces.

A veces pienso que quien escribió el Genésis tenía espíritu masoca. Vamos a ver, alma de cántaro ¿Para que cuelgan las manzanas de los árboles si no es para comérselas?. A veces pienso que quien escribió el Génesis vivía resentido y abandonado por una mujer amante de las manzanas. A partir de entonces, todas somos malas. Todas somos sospechosas.  No hay corriente anti -patriarcal capaz de levantar semejante losa.

La cosa del taparrabos es un símbolo de nuestra vergüenza. Todo lo que rodea los genitales está envuelto en el misterio y en bochorno. Me pregunto ¿Por qué algunos niños disfrutan mostrando la cuca? ¿Por qué algunas niñas se levantan las faldas?  Mostramos lo prohibido, lo pecaminoso. Estamos contaminados desde el vientre de nuestra madre.
Cada vez que a una modelo se le cae el vestido y enseña los pechos por accidente se arma el escándalo. Sólo son unos pechos. A veces los vemos sin pudor en las pasarelas. Quizá desde el front row, desde el ritmo atronador de los pases de moda, un pecho fuera es igual que un volante. O sea, un adorno.  Pero cuando se muestra una teta involuntariamente, ya tenemos a nuestro viejo dictador del Géneis, iracundo, con sus dedo acusador. 

Merceditas Milá desvela la inenarrable imagen de sus bragas. No importa que sea las antípodas del erotismo. Ahí tienes a todo el mundo, salivando, enganchados a la cutrevisión. Eva Longoria se pasea por la alfombra de  Cannes, se remanga y, hala, habemus foto. ¡¡Parece que no lleva la susodicha prenda íntima y nos muestra un atisbo de susodicha parte!!. En las últimas horas varias conocidas han enseñado parte  de sus carnes.  Incluso a la inefable Mariah Carey se le rompió el vestido. Igual que a Sofía Vergara. A salivar, estúpidos. Porque verse, verse, no se ve nada. Pero caemos en la trampa y sus asesores de imagen se frotan las manos. Han conseguido lo que querían.

No hay como enseñar el chichi para provocar al personal. Pero hay que enseñarlo con tronío. No basta con hacer como Marta Chávarri en su día. Salir en plan comando es insuficiente. Lo hace Halle Berry cada dos por tres ¿Qué queréis que os diga? Ver aquello que me recuerda a un sobaco sudado. No me resulta excitante.

La desnudez propia y ajena es un foco de conflictos. ¿Nunca habéis tenido ese sueño angustioso en el que andabais completamente desnudos por la calle y todo el mundo os miraba? ¿No era espantoso?  Lanzo la siguiente reflexión: ¿Por qué la desnudez genera esta controversia?. Después de todo no es más que un trozo de nuestra carne. ¿Por qué la visión de los genitales nos descuadra sobremanera?. Y sobre todo, si Dios en su infinita sabiduría colocó los órganos reproductivos ahí, tan cerca de los órganos excretores (lo cual no deja de ser algo escatológico) ¿Por qué tanta imaginería a su alrededor? ¿No es una forma sabia de quitarles importancia?

Si lo pensáis bien, andar como posesos buscando las desnudeces ajenas no deja de ser patético. Y respecto a nuestros genitales, gozemos de ellos y acallemos el circo. De ahí venimos todos, así que no debería causarnos vegüenza.

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


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