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Lola Gracia

Vivir en el filo

Escuela de calor












No tengo nada en contra de los negocios legales, que conste, pero entre los hombres que meten su pene en vaginas de plástico y mujeres que aprenden la técnica de la felación con pitos de plástico, olvidaremos la textura, el tacto, el sabor y olor del sexo de verdad. Se avecina el fin de los tiempos. Ni pensar quiero en las visiones de Nostradamus. Lástima de profeta, debió volverse loco al echar un vistazo a nuestra época. Plástico para evitar embarazos y plástico para sustituir a la carne de verdad.  Este no es el siglo XXI sino el siglo del Pexiglás.



Ya me imagino la conversación: “pues se la comí a mi Sergi después de morder raíz de genjibre”
-¿Y?
-Casi se la arranco de un mordisco porque dijo que le quemaba.
-Yo probé la pasta de dientes con Mijail. Un desastre.
– Tampoco me funcionará. Nada, que no sacamos a nuestros chicos de un francés tradicional.

Mi pregunta es ¿Por qué hay una escuela para que las mujeres aprendan técnicas de sexo oral y no existe idéntica formación para los hombres?  Y me respondo con otra pregunta ¿Os imagináis a los hombres reconociendo públicamente su ineptitud para con el sexo opuesto? Me consta que todos dudamos. Incluso que ellos también dudan mucho. Todo el tiempo. Les obsesiona si nos gustó la última vez. Si son mejores amantes que sus predecesores, si la tienen más larga, más corta, más fina. Pero una cosa son sus dudas y otra muy distinta su amor propio y debilidades tendidas en un aula, compartidas por otros machos de su especie.  He de añadir que yo tampoco me veo en la misma habitación con un montón de chicas chupando con un “palo” de plástico.

A la presión social que sufre la mujer por ser la más bella y la más flaca, se suma otra: hemos de ser las mejores amantes. Sospecho que, en algún caso, la maestría en técnicas masturbatorias puede ser un plus para cazar marido y este sea el objetivo real de tales escuelas pero consuela saber que en este campo todos estamos igual de indefensos e ignorantes ¿Por qué? Porque el sexo nunca es igual. Cambian las condiciones, la hora del día, la pareja, el momento, la edad. Es absurdo este afán por controlar  todas las variables y factores de una cita amorosa. El sexo no es meteorología. Aunque ya os gustaría a muchos.

Miedosos del mundo, desde aquí os lo digo: en el sexo siempre se es vulnerable pero por eso es tan irrepetibe y bonito.

Un amigo fue hace poco al doctor y le dijo que tenía que darle más al triki y menos a la cabeza. “Eres muy mono, estás soltero, no sé qué problema tienes”–le amonesté–

-Pues no es tan fácil. Es que te habitúas a esto de las redes sociales y, claro,¡¡es que es tan cómodo!!

¿Resultado? mi amigo, en la flor de la vida, acabará –si no sucede un milagro– consolándose con un plástico o acostumbrándose a esta tontería de ponerse calentorro vía whatsapp para consumar el acto en solitario, en la frialdad de los azulejos de un cuarto de baño ¿No es terrible?
Existen muchas amenazas para disfrutar del sexo: las ETS, los embarazos no deseados pero la mayor amenaza es nuestro miedo a romper el caparazón y ser vulnerables frente al otro.

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


septiembre 2013
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