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Lola Gracia

Vivir en el filo

Tocarse es bueno

El matrimonio conformado por William y Virginia en su despacho de trabajo

 


 Los actores Lizzy Caplan y Michel Sheen como William y Virginia Masters

 


Un momento de la serie con Ulises
William y Virginia en la  portada del The times
Ella se tiende en la camilla. Es blanca, estrecha.
Antierótica. Frente a la chica, tras los cristales, se encuentran Virginia y
William. Su cuerpo está enchufado a unos electrodos que registrarán el grado de
excitación tras jugar con Ulysses. 
 Ulysses es el primer vibrador de la historia.
Lo inventó William. En la historia hubo dildos de otros tamaños y formas,
claro. Es algo antiguo como el mundo, pero él, William Masters, se empeñó en
descubrir los misterios de la sexualidad humana
. Un camarógrafo, frente a la
joven registra lo que sucede en el interior de su vagina. Es prodigioso. Gracias
al atrevimiento y ambición de William y al perseverante y pormenorizado estudio
de su partenaire, Virginia Johnson, estamos familiarizados con términos como
orgasmo.

En plena época de represión moral, en la brillante y
próspera sociedad americana del New Deal, William comenzó a indagar en los
secretos del cuerpo. Primero, en prostíbulos y hoteles. Después en la
Universidad de Washington, San Luis
. Un chantaje, un secreto –cómo no de
sexo– le abrió las puertas de la aún conservadora sociedad de Missouri. Un
secreto que ponía en peligro a su mentor y amigo, el rector de dicha universidad.

El sexo marca nuestra vida, lo queramos o no. Estamos aquí
por el sexo. Cómo no, por amor, pero el impulso primario y primordial es
ancestral, es animal. Somos sexo. Nuestros movimientos, la forma de vestir, de
comunicarnos están orientados a perpetuarnos a través del sexo
. Porque todo lo
es. Porque es fascinante lo que sucede en el interior de nuestro cuerpo. Es un
milagro que culmina incluso en otra vida. Sin duda nos transforma.

William Masters tuvo una ambición y, al igual que Martin
Luther King, tuvo un sueño.  Nunca
podremos estarles lo suficientemente agradecidos a esta pareja.

Que casi 60 años después de sus estudios y descubrimientos
reculemos con argumentos morales es estúpido
. Nos puede conducir a tremendos
errores.  Sexualidades reprimidas que
conviertan a un saludable homosexual en un pervertido. Desinformaciones y
miedos
que nos lleven a embarazos no deseados y ETS y, por supuesto, esa
negación  fundamental. La negación que
tanto daño ha causado: negar el placer, el gozo por sí mismo, la espléndida
generosidad de nuestra naturaleza, exuberante, mágica.

Deberíamos hablar de la masturbación femenina con una
naturalidad pasmosa. Pero no
. Si lo haces, surgen las insinuaciones y, lo peor,
el silencio. El silencio de las mujeres.
 Leed mis labios:
nuestro cuerpo está diseñado para el placer. Mucho más que el de los pobres
hombres que eyaculan y se acabó. Y para eso hay que conocer el propio cuerpo,
felices de contar con esa llave del disfrute propio entre las piernas.

Naomi Wolf en Vagina:
A New Biography
, ha demostrado que sentarse en una silla puede ser
suficiente para estimular los tejidos más sensibles a la excitación: vagina,
clítoris, ano. El clítoris, por cierto, cuya única función es la del placer
. Ni
más ni menos. Entiendo que esta poderosa herramienta, sólo nuestra, que no
necesita de hombres para estimularla y hacerla funcionar, atemorize a los menos
machos. Pero un macho de verdad lo que quiere es que su hembra goze sin límite.
Con él o sin él (con él mejor, claro).

Wolf también ha demostrado que la vagina de cada mujer es
única
,  las terminaciones nerviosas están
distribuidas de modo diferente  en cada
una de nosotras y los métodos son diferentes para alcanzar el orgasmo. No hay
reglas universales . Fijaos hasta qué punto somos distintas , afortunadas.
Además,  el orgasmo nos hace más
creativas
.

Ya lo decía Picasso: un polvo, un arlequín.
Tocarse es bueno. Está probado científicamente. Yo me toco
¿Y tú?

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


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