Confesiones sin vergüenza
¡Ay, el deseo! Tan canalla, tan promiscuo, colisionando como un pesado meteorito en cuerpos ajenos y, a veces, incluso sin su permiso. El deseo es así, pero sin él, el hecho biológico de vivir no existiría. Luego tenemos las fantasías. Algo distinto del deseo y que tan a menudo se confunden. […]