Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany’s 1961) Es una deliciosa comerdia romántica, dirigida por Blake Edwards y basada en la novela del mismo título del incomensurable autor americano, Truman Capote.
El film es un clásico y, a pesar de ello, tremendamente fresco, actual; Conecta con las audiencias de todos los tiempos porque nos muestra a dos seres vulnerables que dejan su tierra natal en busca de fortuna con dispar suerte. Holly Goligthly, la chica, es popular pero vive en una casa sin muebles y con un gato sin nombre. Paul Varjack, el chico, es un escritor con tan sólo un libro publicado que subsiste en Nueva York, gracias a los “donativos” de una amiga. La narrativa fílmica de Edwards –de pura imagen, casi coreografías, sketches encadenados y puestas en escena coloristas y brillantes— hacen el resto. Los diálogos, el atrezzo y vestuario Givenchy, la inolvidable música de Henry Mancini y, por supuesto, la exquisita y maravillosa Audrey Hepburn, convierten a esta película en un homenaje a todos aquellos que luchan en la vida, que, como la mayoría de las personas, viven fascinados por aquello que nunca podrán tener (diamantes) pero que, pese a eso, sonríen, salen adelante y aman, sin perder el sentido del humor. Como confesaba la propia Audrey Hepurn: “La vida es dura, después de todo, te mata”