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Lola Gracia

Vivir en el filo

¡Bosón, hazme tuya! (El roce hace la masa, igual que hace el cariño)

Tocarse es muy bueno. Siempre lo digo. Ahora los científicos me reafirman en mi creencia. El tocaor en este caso es el Bosón de Higgs, una partícula especial que interactúa con las otras partículas, las elementales, para dotarlas de masa. En un principio fue la masa, como bien saben los panaderos. Si las partículas no tuvieran masa, nada existiría. Imagínese, usted y yo, fotones a la velocidad de la luz, sin cuerpo, ni pendientes, ni pelo, ni ná de ná. Un caos. Todo un continuo espacio-tiempo disperso. Puntitos sin sentido en el dibujo de un niño de tres años. O peor, un libro en blanco ¡¡Horror vacui!!

Así que, usted y yo vivimos sumergidos en el campo de Higgs –que se llama así por su descubridor, claro— pero si el Bosón no se roza con nosotros, pobres partículas elementales, nos quedaríamos compuestos y sin masa. Imagino que el Bosón debe ser en el mundo de la física algo así como un tío bueno o una maciza a la que el vulgo busca con la mirada en la discoteca gigante del universo. Todos estaríamos gritando “¡¡Aquí, aquí, conmigo, conmigo!!”. Eso lo pienso ahora que sabemos lo importante que es porque hasta el momento hemos permanecido ignorantes y felices.

El roce hace la masa, igual que hace el cariño. Es la explicación que encuentro al perral que tenía el electricista de la Catedral de Santiago de Compostela: Tanto encontrarse con obras de arte, que al final se encariñaba de ellas—por poco tiempo, eso sí— hasta generar una masa imponente. Resultado: Lo han pillado con las manos en la ídem.

Con la amistad sucede tres cuartos de lo mismo; con ese par de zapatos que ves cada día que pasas por el escaparate, con las fantasías que nos venden las películas y con los propios sueños. No hay nada como acariciar con mucha fe un sueño, como si fuera un gatito persa, para que al final se cumpla.

En mi campo de Higgs me rozo con muy poca gente. Es lo que tiene trabajar desde casa. Será por eso que soy algo Calimera y siento que nadie me quiere. Que no me siento masa, ni mesa, ni musa. Porque es verdad que el roce hace el cariño y si no hay roce, no hay ná de ná. No lo digo yo, lo dicen los científicos (me da igual repetirme un poco, lo importante es que esto quede claro) Así que, aquí estoy, con mi bebida isotónica esperando que el Bosón se me roce, o me haga algo. ¡Bosón, aquí estoy, hazme tuya de una vez!

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


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