El piragüista Raúl Coraviotto con el disfraz de los Urales
Si nada lo remedia, nuestros atletas serán los más chonis de todas las olimpiadas. Miento: las chonis tienen mejor gusto que el creador de la firma “El Bosco”. En Italia, Armani se ha encargado de su selección. En Gran Bretaña, Stella Mc Artney; en América, Ralph Laurent y aquí una firma rusa.
Rusia dio grandes escritores, vive dios, incluso grandes gimnastas y músicos; pero, ¿diseñadores? Sus creaciones tienen ese aire de cenefa, de refajo folk caucásico que nada tiene que ver con nuestra España ni con el espíritu deportivo.
Todos los equipos vestidos por El Bosco cuentan con esos horrendos estampados espantosamente similares.
No dábamos crédito cuando presentaron los primeros diseños. El Comité Olímpico Español (COE) se ofendió y dijo que la polémica era ficticia. Señores: no hay que ser Coco Chanel para concluir que los cortes, los colores, la combinación son un cenotafio al mal gusto, una oda al horterismo, con la diferencia de que el hortera tiene su punto irreverente; pero, ¡ay!, esos dibujos a lo Fu Manchú, esa falda de coros y danzas del pueblo de Novotyryshkino.
A ellas les falta el delantal; a ellos, un casco y, ¡tachán!, tenemos a los Powers Rangers. Qué vergüenzica, por todos los dioses.
Entiendo el cabreo de algunos atletas al tener que lucir de semejante guisa.
El COE ha optado por este disfraz sin concurso ni consulta pública. A dedo, vamos. Nuestro país, que cuenta con empresas que venden moda en todo el mundo, sucumbe a una chuchería de los Urales. Que les regalan los vestidos (282 en concreto), dicen: que patrocinan al equipo, añaden. ¿Y a qué miembro del COE han untado? Porque no encuentro otra explicación. He aquí una constatación muy grave de la crisis patria. Estamos en manos inoperantes de cuello blanco. A ver: ¿ninguna firma española habría realizado el vestuario al precio de gratis total, sólo a cambio de la promoción? Pues no me lo creo.
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