A veces pienso que debería haber optado por un blog de cocina, en vez de un blog de desempleo. Al fin y al cabo esa es la actividad que más ha ganado con mi nueva no-ocupación.
Porque el que vaya a mi casa me tiene que buscar allí, entre cazos y sartenes, poniendo en práctica los sabios consejos de Pachi Larrosa y disfrutando con el resultado. Los que más disfrutan son los míos, eso que han ganado a cambio de lo que han perdido. Entre otras cosas la opción de consumir más a menudo rape, mero y lubina, para pasar a los más asequibles boquerón, bacaladillas, truchas y lenguados.
El viernes, mientras me disponía a hacer comestibles unas bacaladillas de Santa Pola , me descubrí organizando el pollete de la cocina como antes hacía con mi mesa de trabajo. Toda una migración.
Fue entonces cuando recordé que, al llegar a mi puesto, heredé una mesa llena de papeles y desorganizada. Mi instinto me llevó a mantener esa tendencia, algo me decía que probablemente otros que llevaban más tiempo en el lugar habían llegado a la conclusión de que ésa era la mejor manera de dar a entender que se está muy atareado. Pasaron meses, yo diría que incluso años, antes de que la oportuna regañina me permitiera despejar aquella mesa y aplicar sobre ella el orden que me gusta mantener en casa. Un alivio y un error.
Ahora que lo recuerdo, tengo la sensación de que aquello fue el principio de mi declive. Al fin y al cabo siempre puede haber quien piense que una mesa despejada es un signo de desocupación. Y creo que eso fue lo que pasó, que el ordenador y el teléfono no eran suficientes enredos para dar a entender que hacía mi trabajo.
En fin, todo producto de tomarlo demasiado en serio, algo que tengo que evitar según me indica mi psicóloga mientras trata de reconstruir lo hundido tras un cáncer y un despido. Y lo cierto es que está muy en la línea de lo que me apetece; parafraseando el título de un programa de televisión ‘Tonterías las justas’ .
Hoy me he encontrado con una frase de Julián Marías , extraída de su libro ‘Sobre la felicidad’, que dice “llevamos muy bien el estar mal, si mañana vamos a estar muy bien”. Pues eso.
El lunes tengo cita en el SEF para participar en el Programa de Acompañamiento Activo de Inserción (parece que me van a introducir en la sociedad después de salir de la cárcel o algo así). Prometo aprovechar para quejarme por las pocas ofertas formativas para profesionales especializados, y por lo complicadas que resultan muchas herramientas de búsqueda de empleo, formularios para cv incluidos.
Antes de terminar, quiero mandar un sincero mensaje de ánimo a los compañeros de El Faro