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Isabel Franco

Yo también tengo cáncer

Una descomunal montaña rusa

Da igual el punto de partida que tomes, subes, bajas, giras a izquierda y derecha, y con un poco de suerte tu coche (¿se llama así?) se sale de una curva cuando menos te lo esperas, y descansas. Nada que ver con Kingda Ka, la montaña rusa más grande del mundo -por el momento- y sus 139 metros de altura.

Eso es esta experiencia del cáncer para las emociones, un festín de vértigo cuyo conductor resulta, además de desconocido, desgradable.

Voy poco a poco recuperando fuerza. Hace 15 días la Duquesa de Alba era una joven veinteañera a mi lado. Hoy me siento capaz de competir con ella en una carrera de sillas de ruedas 😀

Aún así, mis apariciones en público me siguen pasando factura. El lunes asistí a la inauguración de una exposición en el Casino, algo de lo que J100 fue testigo 😉

El caso es que me apetecía saludar a compañeros de trabajo, autoridades y otras personas con las que coincidí allí. Y fue muy bien, volvió a ocurrir eso de “¡Qué buen aspecto tienes!”, y otros halagos de los que no he despreciado ninguno. Todo el ánimo sigue siendo bienvenido. Al final, y tras 2 horas de pie y un poco de frío en la calle, fueron necesarias 40 horas para recuperarme.

Vuelvo a estar mentalizada. Esto no es una carrera ciclista, a mi pesar, no vale cubrir etapas y esperar a ver la meta. La paciencia sigue siendo igual de importante, o quizá más, que al principio. Es necesario saber esperar y dejar pasar el tiempo, que según parece forma parte de los tratamientos. ¿Cómo se llamará? ¿Tiempoterapia? ¿Cronoterapia?

El caso es que no me lo pensé dos veces a la hora de anunciar mi viaje a Cabo de Gata , y aún no me siento capaz de iniciarlo. En fin, si no es para noviembre será para diciembre. En este punto me gustaría parecerme a Maria Antonia Valdivielso , ella ha viajado a diversas ciudades europeas entre ciclo y ciclo de la quimio, estudia y sigue trabajando en la medida de sus posibilidades. Todo un ejemplo.

También Frank es un ejemplo, él supo asimilar la idea y el proceso que supone este trance. Tenía sus circunstancias personales, como todos, y supo enfocarlo, darle la dimensión exacta. A mí, cuando me dieron la noticia, casi me estaban anunciando que iba a morirme. Después he vuelto a sumar años a mi calendario, pero no ha sido fácil.

– Jose, voy a dejarme el pelo así de corto, me siento bien, estoy cómoda y todo el mundo me dice que estoy muy guapa – Se lo anuncié a mi marido como si fuera una decisión adoptada, en realidad era un sondeo.
– No, por favor. Primero deja tu pelo crecer, vuelve a ser la de antes, y después haz lo que prefieras – Su respuesta no se hizo de esperar.

Volver a ser la de antes. Creo que ya le he anunciado en alguna ocasión que, en parte, no volveré a ser nunca la de antes. Cuando estaba recibiendo los tratamientos, pensaba que aprendía de todo esto y que las lecciones me ayudarían en el futuro. Ahora tengo mis dudas, cuando me siento recuperar vuelvo a ser la misma cretina de siempre. Poco debo haber aprendido entonces. Y solo hay algo peor que vivir algo así y no aprender; sufrir por sufrir.

En este punto es cuando agradezco la frase que Carlos Mateo Beltrán extrae de El Principito ; “sólo el corazón puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos”.

Al final, yo sólo quiero graduarme, como Medeles , en la Universidad de la Vida UV, tras lo que estoy aprendiendo de personas como Vto (el último, pero no el menos importante ¿eh?)

Temas

Experiencias vividas en torno al cáncer por una periodista murciana que ha sobrevivido a la experiencia

Sobre el autor

Periodismo. Social Media. Formación. Aprendiz eterna. Sobreviviente del cáncer. Una entre tantos. Ni más, ni menos.


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