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Isabel Franco

Yo también tengo cáncer

De profesión, paciente

Esa es mi nueva especialidad, y no me refiero sólo al sentido más cercano de la palabra, a mi enfermedad, también a la cualidad a que se refiere. Durante estos meses he hecho un máster en esta nueva dedicación mía, para afrontar en las mejores condiciones la laaaargas horas de espera ante las puertas de las consultas, las zonas de tratamiento e, incluso, en las colas de tráfico.

Todo tiene su truco, y esto no iba a ser menos. La verdad es que la consola que me regalaron para aliviar la soledad terapéutica de la quimioterapia, que se extendió posteriormente al resto de tratamientos, ha resultado ser una de las mejores ayudas que he recibido estos meses. 
Cada vez que tengo que ir a la Arrixaca, e incluso a la consulta del médico de familia a por recetas, forma parte del maxibolso que me compré antes de comenzar esta escalada, para llenarlo de recursos. Otro acierto.
El periódico del día, las revistas que lo acompañan durante el fin de semana, un libro, un bloc de notas y varios bolígrafos para los pasatiempos, también tienen un lugar en ese gran embalse de objetos forrado de rojo. 
Así, junto a mi disposición a esperar el tiempo que sea necesario ante cada cita -voy a curarme, no a enfadarme, y además entiendo que no puedo ser la primera en todo- lo cierto es que me he provisto de diversos ‘pasatiempos’ que me ayudan en caso de necesidad. 
Lo que realmente merece un reconocimiento público es la paciencia de mis acompañantes al cargar con el bolso, algo que ocurre cada 3 semanas tras salir de la enfermería de oncología con la vía abierta en mi brazo derecho (el izquierdo es intocable). Su cara expresa lo que su boca no se atreve…
En fin, el tiempo pasa y yo he estado bloqueada, para qué negarlo. Se acercan los días del temor, comienzo a sentir la cercanía de fechas señaladas que viví hace un año con miedo y mucha pena. Compruebo como otros compañeros del club celebran el aniversario, y yo no puedo evitar estar tensa. Ni triste, ni deprimida, enfadada. 
Mientras mi cuerpo se sigue recuperando (ya puedo tomar aceite de oliva sin que me levante la boca, me ha dejado de doler el cuerpo al levantarme y sentarme de una silla, casi no me sale el hilillo de la nariz y soy capaz de mantenerme un par de horas sobre zapatos de tacón), mi mente se retuerce y se sigue revelando ante la presencia de mi diagnóstico de cáncer. 
Cuando vuelvo a sentirme otra vez yo, y mis pensamientos y emociones piden volver al recogimiento en que antes se refugiaban, algo dentro de mí se revela contra lo que me ha pasado y se resiste a aceptarlo como acompañante obligado del futuro. 
Yo me alegro de la vida cada día, a cada segundo, y es cierto que percibo con mucha más claridad la importancia del presente. Pero, el pasado es un ladrillo que me pesa y no me gusta que sea así. Pienso en la posibilidad de repasar lo escrito hasta ahora y me erizo como un gato. No quiero, no quiero, no me apetece, solo quiero mirar hacia adelante, deseando con humildad dejar atrás el cáncer y que su paso por mi cuerpo le haya resultado tan desagradable, que no desee volver.
Y mi organismo me acompaña, esta semana pasada me he sometido a las pruebas  de la primera revisión, la de los 3 meses, todo normal. Prueba superada.

Leo en la prensa regional que la Consejería de Sanidad va a realizar pruebas de detección de lesiones precancerosas en el colón de los murcianos mayores de 50 años , y me alegro, por ellos y porque parece que se empiezan a hacer realidad los deseos de afectados como Vto
Me escriben mensajes de correo electrónico, Isa dice así; “que esta Navidad te devuelva en miles de gotas de felicidad las lágrimas que desde Enero has derramado”. Tu me mandas 83 de esas gotas
Esta es la imagen que Lara trataba de colgar en uno de sus comentarios al artículo anterior.
Y mientras, uno de mis ángeles de la guarda, le sigue poniendo banda sonora a todo esto: 

Experiencias vividas en torno al cáncer por una periodista murciana que ha sobrevivido a la experiencia

Sobre el autor

Periodismo. Social Media. Formación. Aprendiz eterna. Sobreviviente del cáncer. Una entre tantos. Ni más, ni menos.


diciembre 2008
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