Aquí sigo. Ha costado casi un mes barrer de la orilla todo lo que trajo la marea, pero al final ha sido posible y la playa está despejada de nuevo. Dejé la natación, mi ritmo era demasiado fuerte para este cuerpo aún magullado (no sé si por los efectos de los tratamientos recibidos o por los que sigo recibiendo). Ahora camino, haciendo caso a María Antonia , para restablecer poco a poco mi masa muscular ¡He llegado a sentirme como una anciana!
Afortunadamente, el tiempo pasa y no aparecen nuevos efectos, las pruebas son positivas y parece que todo va bien. Y me alegro. Y no soy la única. Además, mi oncóloga me ha estado comentando que las revisiones se pueden espaciar, una vez que acabe de recibir el tratamiento con trastuzumab (o Herceptin ), y yo estoy de acuerdo.
De hecho, me ha dicho que prácticamente se pueden reducir a la mamografía y la citología anuales, y me parece bien. A mí, que cuando todo comenzó me alegraba pensar lo bien cuidada que iba a estar a partir de ahora por los médicos. La realidad es distinta, lo cierto es que apetece salir de las batas blancas, de los pasillos de hospital, de las salas de espera. Y eso que todas mis experiencias han sido positivas.
En la blogosfera, estoy trasladando este blog al portal de blogger , para permitir que siga activo cuando yo acabe de escribir. Tiene el mismo nombre ‘Yo también tengo cáncer’ . He creado otro para publicar los artículos que se pueden leer en 20minutos. Se llama como la columna ‘¿A quien le toca ahora?’ y trata de ofrecer otra perspectiva de las experiencias que voy viviendo día a día, o semana a semana.
Mientras este blog languidece, y la vida se abre paso entre sus líneas con la misma fuerza que la naturaleza cada primavera, aquí cerca he encontrado, en el blog de un navegante indecente , una de estas cosas que te alegran la vida: