>

Blogs

Isabel Franco

Yo también tengo cáncer

Un cáncer nacional

Ayer pasé todo el día maravillada con la noticia de la liberación de Ingrid Betancourt. Qué fascinante resulta comprobar cómo la resistencia humana se crece a cada instante, ante adversidades imposibles de medir antes de que ocurran. Yo era una de las personas que había asistido con asombro y preocupación a la campaña de información que, sobre ella, realizaron las FARC a principios de año (las famosas foto y carta), y de verdad que llegué a temer que perdiera la vida sin perder la condición de rehén.

Ha sido reconfortante verla hablar ante los medios, confirmar que sigue convencida de tener algo que decir a los demás, y de lo que piensa y siente, pese a que nadie, ni ella misma, es capaz de valorar hasta qué punto la han cambiado estos 6 años de cautiverio. Esta noche espero disfrutar igual de su recibimiento en Francia.

Sobre las noticias que han aparecido relacionadas con su liberación, que si han pagado un rescate, que si hay otros intereses, me parece muy poco importante en relación a la noticia de que una persona haya recuperado su libertad y su opción de vivir el resto de sus días como le plazca, que no la vida, porque a esa las FARC le han pegado un buen bocado de 6 años que no va a recuperar nunca.

En cierto modo, y salvando distancias y diferencias, me he sentido identificada con ella. Y pido disculpas si a alguien le ofende esta comparación. Pero a esta mujer en 2002 le salió al paso un cáncer nacional, que la arrancó de su vida cotidiana, relegándola a ser mero testigo del paso del tiempo. Un eco más entre los monótonos compases en que se convierte el tictac del reloj, cuando no puedes hacer otra cosa que esperar.

De la misma manera, no sólo el cáncer sino cualquier enfermedad grave, nos arrebata tantos momentos de la vida de nuestros seres queridos que nunca volveremos a tener la ocasión de compartir. Y esos robos se nos van grabando en el corazón, los veamos o no, haciendo surcos de dolor en los que tropezaremos una y otra vez, siempre que volvamos a pasar por ese camino. Esa es una de las amenazas de estos traumas.

Este cuarto ciclo para mí ha sido especialmente duro. Se ha prolongado durante más tiempo del habitual, me ha minado aún más las fuerzas de lo esperado y me ha producido dolores que no contaba con sufrir. Y, en ese entorno, ha resultado especialmente difícil asistir cada día a una nueva explosión de vida en mi casa, a la que no estaba invitada.

Cuando superas el primer ciclo de la quimio te sientes orgullosa, valiente, fuerte y segura. Cuando pasas el tercero no te queda ni dignidad. Sólo esperas descontar con cada día uno menos de sufrimiento y que todo acabe pronto. Y en eso estamos.

Experiencias vividas en torno al cáncer por una periodista murciana que ha sobrevivido a la experiencia

Sobre el autor

Periodismo. Social Media. Formación. Aprendiz eterna. Sobreviviente del cáncer. Una entre tantos. Ni más, ni menos.


julio 2008
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031