Yo había visto mensajes en botellas, en móviles, en sobres y hasta alguno dentro de un papel pillado con un limpiaparabrisas, pero el lunes me llevé la gran sorpresa de encontrarme uno ¡en el lugar menos esperado!
Fui a recibir mi descarga trisemanal en vena y, cuando ya estaba conectada a la máquina, mi hermana me llamó la atención sobre una pegatina colocada en una de las bolsas. Ponía “Un beso para la más guapa. Mavi. Laboratorio”.
A las dos nos llamó la atención, y nos agradó mucho, aunque como no sabíamos a qué obedecía pensamos que, igual, era un mensaje para las enfermeras o alguien de oncología.
Aún así, el mensaje conservaba todo lo que lo hacía agradable y simpático. Un buen deseo, un pensamiento positivo para otra persona, lanzado a través del plástico mundo de los citostáticos.
La duda se despejó 2 días después, un mensaje nuevo por una vía distinta que me voy a permitir no desvelar, y Mavi se ocupó de aclararme que el beso era para mí. Había leído el reportaje que La Verdad publicó sobre mi blog y le sonaba mi nombre porque tiene una amiga que se llama igual. Mi colaboración semanal en 20 minutos hizo el resto.
Hablamos, quedamos para conocernos y le dí las gracias.