García Martínez – 3 enero 1993
Rosa (me refiero a Rosa Conde) decidió celebrarla Nochevieja en casa. Preparó marisco (procedente dela Coruña para dar ejemplo), metió en el horno, un par de patos a la naranja y confeccionó tres tartas diferentes. Una cena sin excesos, a tono con los presupuestos generales del Estado. La familia se reunió en torno de al televisor para tomar las uvas de Joaquín Prats –todo muy, demasiado tradicional- y, a partir de ahí, le fue cedido el protagonismo a los diferentes chimpunes que transmitían las diversas cadenas de televisión. El aburrimiento y el sueño iban haciendo mella poco a poco entre los reunidos. Incluso alguno sugirió la posibilidad de irse a la cama. Eso ocurría cuando Pajares llevaba ya tres cuartos de hora de chou. Evidentemente, y no por culpa suya, la reunión familiar se le estaba yendo un poco de las manos a la ministra de portavoz. El colmo fue que apareció en pantalla una señora dispuesta a hacer un estriptis encima de una moto. La moto, por cierto, se mostraba completamente desnuda. Quiero decir que ya traía el estrptis hecho. Todo aquello era demasiado para los cuerpos. Total, que de pronto empezaron a desfilar hacia sus habitaciones. Entonces, en un intento último de arreglar las cosas, Rosa les llamó a todos y les dijo: -Podéis hacer los que os parezca, pero tengo que deciros que el Gobierno valora muy positivamente la Nochevieja en familia.