García Martínez
Antes se cantaba aquello de cara al sol con la camisa nueva. Ahora está mal visto. Después de los famosos diez años, lo que se lleva es el cara nueva con la camisa al sol.
No es lo mismo, pero algún parecido sí que hay. Pues resulta quela decisión socialista del último momento, y pensando ya en las elecciones próximas, no es otra que cambiar los rostros. Es decir, arrumbar aquellos que, por demasiado vistos (y, lo que es peor, comprobados), aburren al personal, y sustituirlos por los de esos mandos intermedios que, por lo que fuera, han permanecido en la retaguardia. Esto es lo que propone, y se propone, el PSOE. Pero como, hecha la ley, hecha la trampa, ya algunos viejos conocidos han empezado a afeitarse la barba, por si acaso cuela. Algunos hay que incluso le han copiado el bigote al señor Aznar. Creo, sin embargo, que se equivocan. La cosa es tan grave que el aparato ha decidido observar con mil ojos el desarrollo del proyecto. De poco servirá que Martín Toval se nos presente imberbe, o que Alfonso Guerra camine pisándose una barba entrecana. Los vigilantes no darán tregua ninguna.
A uno le parece -modestamente, como siempre- que este programa de la cara nueva no es demasiado brillante. Aunque, mire usted, en esto del marketing nunca se sabe. Lo mismo funciona. Hoy, por medio de la tele, todos hacemos lo que nos mandan, sin caer en la cuenta de que somos unos mandados.