García Martínez – 7 abril 1993
No es manca la semanica que nos espera. De aquí al sábado vamos a estar con el alma en vilo. Sobre todo aquellos que tengan algo que perder. Fue en Sábado Santo (¿lo recuerdan?) cuando se legalizó por sorpresa el comunismoespañol será en Sábado Santo cuando sepamos hasta qué punto está echado a perder ese su pariente rico que es el socialismo.
Si los políticos socialistas me hicieran caso -algo que, desde luego, no les ha pasado jamás por la cabeza-, dedicarían estos tres días a la penitencia. Más que discutir, pactar, maniobrar y demás, lo que tendrían que hacer es vestirse de morado, ponerse el capuz y desfilar descalzos, y arrastrando cadenas, detrás de las imágenes. Sería lo más impactante para el pueblo fiel. Y, como consecuencia, lo más rentable para ellos mismos. Aquí, el problema de fondo es de credibilidad. Que dimita este o aquel. Poco importa. Si, apiñada en las aceras de los itinerarios, la multitud los viere sufrir y sudar sangre, ¡ah!, con qué agrado les otorgaría su perdón. Felipe con la cruz a cuestas. Guerra soportando en el hombro dolorido el peso de las andas. Chiqui coronado de espinas. ¡Eso sí que sería convincente!
Pero no. Ellos volverán a lo que es su vicio y costumbre. Componendas, arreglos a medias, aparente propósito de enmienda, decir los pecados (sólo algunos) al confesor, para, a lo último-y como siempre-, no cumplir la penitencia.